Presidente y Premio Nobel

Presidente y Premio Nobel

Presidente y Premio Nobel

Federico Alberto Cuello

Hace 25 años explotó en Asia la más traumática crisis económica de la historia, golpeando a Corea más que a ningún otro país del Continente.

El dólar se apreciaba y las reservas se agotaban.
La inevitable devaluación encareció el costo de la deuda privada, llevando a las quiebras diarias de conglomerados industriales, agigantados por una receta similar a la practicada en la RD hasta 1985: crédito fácil, protección comercial y tipo de cambio fijo.

Enfrentar una crisis semejante, que triplicó el desempleo y desplomó el crecimiento económico, demandaba un nuevo liderazgo.

Alguien dispuesto a cambiar el rumbo político y económico, para reposicionar a su país en el escenario internacional.
Alguien con una trayectoria intachable, creyente y practicante de la democracia, defensor de los derechos humanos y promotor de la igualdad de oportunidades.

Alguien reconocido internacionalmente por haber arriesgado su vida defendiendo sus ideas.
Al ganar las elecciones, Kim Dae-jung había sobrevivido el exilio, cuatro condenas a muerte, seis años de cárcel y sufrimientos indescriptibles en las cárceles de los servicios de seguridad.

La semilla que sembró germina desde entonces con una fertilidad asombrosa.
Impulsó la especialización de los conglomerados para superar los efectos negativos de su gigantismo. Abrió las compuertas al emprendimiento y la libre competencia.

Promovió los nuevos sectores que hoy dominan la economía coreana: el comercio electrónico, la fabricación de semiconductores y la ola que arropa el mundo de música, películas y series.

Fue incluso el impulsor del programa espacial coreano que ya está rindiendo frutos.
Su legado político no es menos impresionante.
En un país sin reelección, fue capaz durante sus cinco años de gobierno de consolidar el sistema de partidos, la separación de poderes y la reconciliación con todos sus antiguos adversarios.

En el plano internacional, impulsó la paz con todos sus vecinos, comenzando por Corea del Norte y Japón. Instauró también el mecanismo todavía activo de diálogo trilateral China-Corea-Japón, sin jamás descuidar la alianza con los EE. UU., fundamental para la seguridad coreana.

Fue durante su gobierno que Corea comenzó a exportar sus políticas públicas mediante los programas para compartir conocimientos (KSPs), de los cuales la RD fue el primer beneficiario.
A nadie debe sorprender que ganara en el año 2000 el Premio Nobel de la Paz.

Su nativa ciudad de Mokpo acoge el museo con su nombre y, desde el 2022, celebra el Foro Kim Dae-jung por la Paz.
Correspondió al gobernador de la provincia pronunciar el discurso principal, en el cual clamaba por los nuevos Kim Dae-jungs que necesita el mundo para confrontar los desafíos no menos importantes que hoy tenemos por delante.
La inestabilidad internacional ha regresado a la región.

El cambio climático amenaza la supervivencia de la humanidad.
Nuevas e innecesarias guerras continúan.
En más de un país, la democracia se tambalea frente a populismos de derecha y de izquierdas, sometiendo a duras pruebas tanto al sistema de partidos como a la separación de poderes.

Hoy más que nunca vale la pena reivindicar el legado de Kim Dae-jung.
Ojalá y todos imitaran su ejemplo de apertura, buen gobierno, concordia y democracia.