SANTO DOMINGO.- El sol salió como cada día, con el cielo azul y unas nubes que se tornaban un poco grises, pero que castigaba con la ausencia y el dolor de la pérdida del ser querido a la familia Mejía Gómez.
En la mañana de hoy se oficializó la misa de cuerpo presente de la exprimera dama Rosa Gómez de Mejía, quien era definida como una mujer abnegada, humilde y siempre apegada a las causas sociales.
El féretro fue expuesto pasada las 9:50 de la mañana en el Cementerio Jardín Memorial, mientras el expresidente Hipólito Mejía esperaba junto a sus hijos.
La única guardia de honor fue realizada por el presidente de la República, Luis Abinader junto a la primera dama Raquel Arbaje, la vicepresidenta Raquel Peña y el ministro Administrativo de la Presidencia, José Ignacio Paliza.
La misa fue celebrada por el obispo emérito de la Diócesis de San Juan, José Dolores Grullón Estrella, destacando las cualidades que adornaban a doña Rosa como mujer.
Quería sepultura ahí
El expresidente Hipólito Mejía dio a conocer ayer que hace una semana su esposa había seleccionado el lugar que sería su última morada, que fue el Jardín Memorial.
Sin embargo, nadie se imaginó que pocos días después tendrían que cumplirle de manera espontánea esa petición.
Mejía dijo que no tenían espacio en ese lugar para la sepultura, por lo que tuvieron que hacer los trámites de manera apresurada.
“Ella seleccionó ese lugar hace una semana, ayer estaba completamente normal cuando estaba dando su discurso de agradecimiento…en ese centro que ella calificaba en el área afectiva de la educación, de la juventud y ahí, al lado de Carolina, de Nancy, su nuera y de la primera dama», expresó el expresidente Mejía.
Rosa Altagracia Eulogia Gómez Arias de Mejía nació el 11 de marzo de 1940. Fue primera dama de la República Dominicana durante el cuatrienio 2000-2004.
El 4 de julio de 1964 contrajo matrimonio con Hipólito Mejía, con el cual procreó cuatro hijos: Ramón Hipólito, Felipe, Carolina y Lissa.
Durante toda su vida pública fue reconocida por su sensibilidad social, su fuerte devoción religiosa, su apego a la familia y la sencillez en su trato, tanto en su vida personal como cuando se desempeñó como primera dama.
