Preparar una reunión bilateral

Preparar una reunión bilateral

Preparar una reunión bilateral

Federico Alberto Cuello

Poco puede la pandemia cuando se trata de estrechar los lazos entre países amigos. Reunirse, sea presencial o virtualmente, será clave para superarla y a la vez revertir los efectos que ha tenido en tantos frentes.

Tener conciencia del momento en que vivimos es el punto de partida de todo encuentro entre países. La historia de las relaciones es el marco. Y los objetivos a lograr durante y después de la reunión son la meta.

Teniendo punto de partida, marco y meta, harán falta instrumentos, a ser plasmados como temas de la agenda de la reunión, requisito de su éxito.

Normalmente, la agenda se acordará previamente en reuniones preparatorias entre funcionarios de los ministerios de ambos países y se adoptará al momento de iniciar formalmente la reunión, dejando abierta la posibilidad de insertar nuevos temas que hubieran surgido en el camino.

Cuando la agenda sea comunicada a última hora, el ministerio deberá apoyarse en el trabajo previo realizado para nutrir la agenda de propuestas y respuestas que anticipen los previsibles argumentos a tratar en cada punto.

La adopción de la agenda es usualmente precedida de palabras de bienvenida del anfitrión de la reunión, correspondidas inmediatamente por la otra parte.

Luego evaluarán las relaciones, refiriéndose brevemente a las acciones emprendidas para que los ministerios cooperen, las empresas comercien e inviertan, las personas viajen y los gobiernos dialoguen durante la o las décadas transcurridas desde que se reconocieran mutuamente.

De no existir un marco formal para discutir temas políticos o económicos, se considerará la posibilidad de establecerlos. Será la ocasión para proponer la creación o, incluso, poner a funcionar mecanismos de diálogo político o de consejos conjuntos de comercio e inversión.

Paralelamente, los países promoverán y se apoyarán en mecanismos similares de interacción entre sus empresas, organismos no gubernamentales y academias, nutriendo el tejido de las relaciones más allá de los canales oficiales.

A través de cámaras binacionales de comercio, consejos consultivos de la sociedad civil y programas conjuntos de capacitación se tendrán resultados tangibles para la sociedad en su conjunto que darán legitimidad a las relaciones bilaterales.

Las partes intercambiarán también propuestas de nuevos temas, como posibles acuerdos, proyectos o incluso acciones conjuntas de apoyo a terceros países, sea bilateralmente o en el marco de organismos multilaterales.

Las partes pasarán revista, luego, de las candidaturas que tengan ante organismos internacionales de los que ambos sean miembros, comprometiendo sus apoyos solo sobre la base de la reciprocidad.

Evaluarán, por último, la situación regional e internacional que afecten sus temas de interés, con miras a programar acciones conjuntas que pudieran ayudar a resolverlos.

Antes de concluir, acordarán la fecha de la próxima reunión. Y para facilitar el seguimiento de los puntos acordados, concertarán una declaración conjunta en la que dichos puntos sean debidamente consignados para mejor evaluar la eventual ejecución de los objetivos perseguidos.

Sólo una preparación minuciosa y un seguimiento sistemático permitirá participar activa y efectivamente en los escenarios internacionales. Tanto en Andorra como en San José, nuestras máximas autoridades así lo demostraron ampliamente esta semana.