Recientemente escribí en esta columna unas líneas que titulé “Preguntas sin respuestas”, en las cuales desnudé mi alma y expuse cándidamente mi incapacidad para hallar respuestas a algunas inquietudes que aguijonean mi espíritu. Ayer tuve una respuesta.
El señor Rodrigo Lovera, quien dice ser mi “dilecto lector”, se tomó la molestia de enviármelas, no sin preguntarse si mis dudas son solamente “inocentadas” para provocar deliberaciones o si en realidad son inquietudes mías.
Aquí están algunas de sus respuestas:
1- El todo es lo que conocemos, la nada es lo que nos falta por conocer.
2- El alma es un concepto divino, las células del cerebro son el conjunto de moléculas que conforman ese órgano del cuerpo donde reside la mente que almacena los conocimientos.
3- El infinito es un espacio sin final conocido. La eternidad es un tiempo sin fin.
4- El origen del universo se puede ubicar en un espacio vacío donde se generó movimiento de succión o expansión, lo que a su vez provocó calor y movimiento, lo que produce materia; algo así como un rayo que produce una piedra y esta al moverse en el espacio va atrayendo partículas que la expanden y le dan vida.
5- Con Dios es con lo bueno. Sin Dios es con lo malo.
6- El cuerpo con la muerte, como materia orgánica que es, se descompone o transforma en otro tipo de materia. Hasta llega a ser un excelente abono, como osamenta o como ceniza.
7- Toda la vida del ser humano está llena de suposiciones y teorías que le dan sentido a su existencia. Tan valiosa es la literatura que hasta hay un Premio Nobel instituido por su aporte a la Humanidad.
8- Estos temas –concluye el señor Lovera- dan para hacer mínimo un tratado que “talvez ni Ud. se interesaría en leer”.