En el ámbito económico del país ha habido una constante en los últimos años y ello es los constantes déficits fiscales. Esto es, la práctica continúa de los diferentes gobiernos en incurrir en un nivel de gastos e inversión mayor que las recaudaciones del mismo año.
La manera de solventar este déficit ha sido el endeudamiento, tanto externo en monedas duras como en lo interno en pesos.
La continuidad de estos déficits ha suscitado múltiples llamados de corrección, mencionando en cada ocasión una reforma fiscal que permita restaurar el equilibrio perdido.
Para algunos economistas y funcionarios públicos esta situación no parece acarrear mayores preocupaciones por cuanto se suscriban a la escuela de pensamiento económico que lo importante es el porcentaje de la deuda total en relación con el producto interno bruto (PIB). Al 30 de noviembre del 2023, el saldo de la deuda externa e interna del sector público no financiero (SPNF) totalizó US$55,017.9 millones, representando el 45.8 % del producto interno bruto (PIB).
Otra forma de medir el peso de la deuda es considerando los requerimientos para su amortización y pago de interés en relación al total de ingresos fiscales. En la actualidad, acorde al presupuesto del 2024, el servicio de la deuda pública requiere el 25 % de los ingresos ordinarios.
Para el recién concluido mes de enero, el servicio de la deuda (amortizaciones e intereses) requirió RD$41 mil millones, el 37 % de los ingresos totales.
La segunda precisión tiene que ver con las causas del origen del déficit fiscal. Si este origen no es corregido primero, poco ganaríamos en ponerle una curita a una herida abierta.
Nos referimos al vergonzoso déficit de las distribuidoras eléctricas, un verdadero hoyo negro en las finanzas públicas. Sólo en los primeros 11 meses del año pasado las distribuidoras eléctricas presentaron perdidas por el orden del 35.9 %, un aumento del 4.1 % sobre igual periodo del año anterior.
Vale precisar entonces que la necesidad de restaurar el equilibrio financiero público no es tema del PIB, sino del peso sobre los ingresos públicos. Por otro lado, si previamente no se cierran los drenajes financieros como el de las distribuidoras eléctricas, de poco valdría cualquier reforma.