La situación actual, en términos educativos de nuestros niños y adolescentes del sector público, nos desgarra el alma. Prácticamente han sido dos años perdidos, porque nadie que me diga que pudo haber un adecuado aprovechamiento de las clases virtuales de gran parte de nuestros escolares, en un país en que el mayor número de nuestros hogares ubicados en los estratos populares no tiene acceso a la internet.
En mi artículo titulado “Docencia virtual y aumento de brecha” del 29 de septiembre, del 2020, por este mismo medio, señalamos que crecería la brecha de diferencia entre educación pública y privada.
Duelen profundamente, al iniciarse el nuevo año escolar, las serias dificultades que se han confrontado en torno a las condiciones físicas de muchos de nuestros planteles escolares y en relación con la falta de profesores, debido a los problemas experimentados en los concursos para llenar 19, 181 plazas vacantes de profesores.
Los problemas señalados anteriormente, más la necesidad de alcanzar un cierto distanciamiento para hacer menos viable el contagio del covid a docentes y dicentes, han dado como resultado que una amplia cantidad de nuestros escolares apenas recibirán 2 de los 5 días habitualmente concebidos para la docencia. Esta situación, junto a la ya consabida alta proporción de jóvenes que ni estudian ni trabajan, permite hablar de un pesaroso futuro inmediato para nuestra sociedad en torno al ya alicaído nivel de nuestra educación pública, evidenciado a través de diferentes estudios internacionales.
Respecto a la situación de la salud pública no es menos cierto lo que se puede decir. Si bien son reconocibles los esfuerzos que se han hecho en relación al aprovisionamiento de vacunas para prevenir del covid, tenemos que señalar las numerosas quejas que se exponen a través de las redes sociales, respecto a los servicios de nuestros hospitales, lo tardío de las citas médicas y la cantidad de personas que, al ser canceladas o cesar en sus empleos, pierden las coberturas de salud.
Por igual debemos exponer que califica muy mal a nuestro sistema de salud el hecho de que a estas alturas todavía se esté hablando de la existencia del execrable negocio de la venta de medicinas falsificadas en nuestro país. Un problema estrechamente vinculado a la cuestión de la salud física y mental de nuestros niños y jóvenes, es el relativo al excesivo uso por parte de éstos de los llamados videos juegos y celulares.
La República Popular China, considerada la segunda nación donde más se practican estos juegos, acaba de tomar una disposición limitando a 3 horas semanales su uso para los menores de 18 años.
Por su lado la Organización de Naciones Unidas (ONU), ha considerado la adicción de estos juegos como un problema de salud pública, por lo que demandamos de las autoridades correspondientes actuar en el asunto.