Cuando queremos lograr una meta, cristalizar sueños, muchas veces nos imaginamos un camino, al andar se presentan bifurcaciones inesperadas, territorios desconocidos, alguna que otra distracción, todo con el fin de definir la firmeza de los pasos, de reafirmar lo que realmente se quiere, pero también de ver las posibilidades.
Retos que jamás habíamos podido vislumbrar para probarnos de qué madera estamos hechos.
Un camino que prueba muchas veces nuestra creatividad, la sensibilidad, el verse en el otro, en utilizar herramientas aprendidas en un tiempo, pero olvidadas y en desuso en un resquicio de nuestra mente.
Ellas, las posibilidades, son infinitas y se manifiestan en el momento que menos esperamos.