Te pasa a menudo que sientes emociones que se contraponen y en un momento piensas que no sabes lo que sientes? Puede que sientas odio y amor al mismo tiempo, ira o rabia junto con tristeza.

Otras veces todo se mezcla y solo sabes que te sientes enfermo, pero no logras precisar cuáles son las emociones que producen ese malestar.

No creas que estás perdiendo la cordura. Es normal que las emociones se entremezclan y nos crean confusión.

Mientras más nos detenemos a observar lo que ocurre en nuestra mente se nos hace más claro poder desenredar esas marañas de sentimiento. Para muchos es fácil clasificar esas emociones como buenas o malas.

Sin embargo, no hay emociones buenas o malas; tan solo son sentimientos que experimentamos y que nos alertan y dan información de una situación.
Cuando reconocemos el valor de esos sentimientos como sensores informativos podemos adaptarnos mejor a nuestro entorno y realidad.

El cerebro está preparado para ayudarnos a reconocer esas señales y convertirlas en experiencias resilientes que nos ayudan a aplicar esos procesos para nuestro beneficio en el futuro.

“La emoción implica un componente fisiológico regido por nuestro sistema nervioso central y autónomo, un componente energético que hace que esa emoción fluya a través de nuestros canales energéticos o se quede bloqueada desvitalizando el sistema, un componente cognitivo a nivel consciente e inconsciente que influye en la vivencia subjetiva de la experiencia y un componente conductual que puede ser adaptativo o no en función del resultado final del proceso.” según la especialista de conducta humana Saida Ghodaieh Curiel.

En una próxima entrega veremos como sacar beneficio al enojo, miedo y otras emociones.