En su momento, la tiza y la pizarra eran consideradas innovaciones tecnológicas.
La educación formal siempre ha hecho uso de las tecnologías de cada tiempo para intentar mejorar las metodologías de enseñanza y aprendizaje.
Los avances en las ciencias pedagógicas producen tecnologías educativas que se aplican en los contextos particulares de cada ambiente didáctico. De ser así, nos surge la siguiente pregunta: ¿qué tiene de especial este tiempo?
Los innumerables escritos, debates y reflexiones de los últimos años, se han centrado en un fenómeno de cambio constante y exponencial al que está sometida toda la sociedad. Es decir, actualmente se producen con mayor frecuencia innovaciones que tienen el potencial de cambiar la vida humana.
Nuestra época, la de los últimos 20 años, es la de la transformación digital integral y radical de todos los aspectos de la vida humana. Nos ha tocado vivir la era del internet, la industria 4.0 y la transformación tecnológica de todas las organizaciones y estructuras.
En República Dominicana, debemos aprovechar este momento. Tomando en cuenta las lecciones aprendidas con la pandemia, es fundamental convertirnos en una nación modelo en el uso e incorporación de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) en las aulas dominicanas. Pero cuidado, no debemos centrarnos en las herramientas TIC.
Nuestra prioridad deben ser los estudiantes y maestros para que cambien su forma de pensar, asuman un rol de liderazgo al servicio del cambio y procuren fomentar la automatización de procesos que aseguren una transformación con rostro humano de la educación dominicana.
Proponemos un plan de transformación digital de la educación que abarque cultura educativa, liderazgo nacional, regional y de centro, así como una mejora de los procesos educativos que soportan los aprendizajes. Es una tarea retadora, pero ¡podemos lograrlo!