Como cada capitán que asume la conducción de un barco tiene su propio librito, por lo que, en un 99 por ciento de los casos aplica sus criterios sobre cómo conducirlo a lo que considera sería un puerto seguro.
Tener que echarle mano al “librito” propio es producto de la falta de planificación y programación que impera en la casi totalidad de los organismos estatales.
Estoy seguro que el nuevo ministro de Deportes, Kelvin Cruz, no hallará, como tampoco lo encontró en su momento el pasado ministro Francisco Camacho, ningún plan de desarrollo a corto y mediano plazo.
Lamentablemente, esa ha sido históricamente la realidad de las instituciones estatales, donde no se planifica nada, teniendo que recurrir al inmediatismo irreflexivo, hasta en la ejecución de proyectos económicamente costosos, pero fundamentales para la mejoría de servicios esenciales de la sociedad en general.
El deporte en los cuatro años que restan al presidente Luis Abinader, ahora con Kelvin Cruz a la cabeza del Ministerio, debe trazar en líneas generales, cuáles serán sus objetivos fundamentales a seguir.
Dirigir el Ministerio de Deportes no es una tarea fácil, creo que es el más difícil de todos, dado el bajo presupuesto que se le asigna, combinado con las miles de peticiones que a diario se producen desde múltiples sectores con intereses directos e indirectos.
La pasada administración creo que tuvo fallas, pero hizo lo mejor que pudo, y la actual, tendrá que enfocarse a fondo en mejorar lo que no ha funcionado, y trabajar con firmeza en los proyectos que tengan en carpeta para llevar el barco a puerto seguro. Esa es la única forma de lograr un cambio que beneficie a las presentes y futuras generaciones.