Por una causa justa

Por una causa justa

Por una causa justa

Felipe Mora

Aún con todas las contrariedades que se han sucedido en los primeros días del año 2016, tenemos la esperanza de que la larga jornada que nos espera de aquí a diciembre sea provechosa para todas las personas de buena voluntad, que los buenos deseos formen parte de nuestro accionar, y que la salud y el bienestar perduren por encima de todas las cosas.

Un asunto de primerísimo orden, y que está en las agendas de los poderes mundiales, tiene que ver con la salud del planeta.

Y en este año es mucha la tinta que se gastará tratando ese tema. Millones de personas en todas las latitudes luchan por una causa justa.

Al paso que vamos, con políticas medioambientales que se cumplen en forma medalaganaria, en detrimento de los recursos naturales, en prácticamente todo el orbe, eso indica que estamos apostando a que la Naturaleza nos cobre un precio muy caro y peligroso.

Cada año, en distintas regiones del planeta, los fenómenos naturales se sienten con mayor intensidad, con cuantiosos saldos de víctimas y destrucciones.

Sin duda que el crecimiento poblacional constituye una amenaza de grandes proporciones para la estabilidad mundial. Los daños medioambientales que ello conlleva constituyen el principal reto para la preservación de la vida en todas sus manifestaciones.

Quince años después de haber iniciado el siglo XXI, vastas regiones del mundo viven complejas situaciones de peligro. Eso aún cuando la delincuencia, el tráfico y consumo de drogas tienen mayor presencia en el mundo que el terrorismo en cierne.

Cuando aún hay regiones del planeta donde viven tribus en medio del oscurantismo y el atraso más espantoso -casos de Asia, África, América Latina y Oceanía-, en pleno siglo XXI hay cientos de especies animales y plantas en peligro de extinción. ¡Vaya contradicción!

Algo que los científicos dan como un hecho es el deshielo de los glaciares, situación que en un tiempo no muy dilatado provocará la desaparición de ciudades completas ubicadas en las costas, así como islas, en especial en el Océano Pacífico. Los desiertos van ganando cada vez más terreno, y el recurso agua escasea cada día más en regiones del Tercer Mundo.

República Dominicana, país señalado con un sostenido crecimiento económico en la región, aún con los niveles de pobreza que registra, debe ir tomando conciencia de los peligros que acechan al mundo debido al cambio climático, los malos manejos de los recursos naturales, a lo que se agrega la mala administración de las riquezas entre los distintos segmentos de población.



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