Contrario a muchos que rinden culto a la pobreza, francamente yo expreso que estoy harto, avergonzado por el contexto en que ha fallecido el combatiente Jorge Puello Soriano (El Men).
A mi no me enorgullece la pobreza, porque junto a la indignidad la considero el peor castigo social que puede recibir un ser humano. La entrega de ese señor a la Patria lo hicieron más que merecedor de los derechos por los que de manera consistente él luchó, hasta convertir su sacrificio en un ícono, en una cultura, en un estilo de vida.
Es por ello que me causan escozor, pánico, tantas reacciones «enervadas» que en el fondo debo asumir como poses de ciudadanos y ciudadanas que «idealizan» el ambiente de pobreza que matizó la existencia de este dirigente. Está bien y es motivo de ejemplo y orgullo que Puello Soriano no se dedicara a capitalizar, a sacar provecho personal de la actividad política ni del ejercicio del poder, que pudo hacerlo, como otros han hecho.
Empero, de ahí a que muchos «saboreen» su extrema carencia hasta de lo fundamental para tener una vida digna ¡coño! por Dios que eso no aplica. ¡La pobreza no puede ser reivindicada como el estadío aspiracional de las personas! Al ser humano no se le puede despojar de su propia esencia mediante la inoculación de valores extraviados, contrarios a la libertad, la propiedad y la felicidad correctamente forjadas.
En consecuencia, lo menos que pudo haber hacho el propio Estado combatido por El Men fue integrarlo en un Sistema de Protección Social (que no de dádivas ni de privilegios) que le garantizara habitación, alimentación, tratamientos a los males propios de la edad, tranquilidad y paz. Hablo de un auténtico sistema de pensiones, de solidaridad humana y de reconocimiento al ejercicio de ciudadanía.
A contrapelo de los homenajes post mortem, de los abundantes mensajes de sincera condolencia y solidaridad a posteriori; y aun hasta de aquéllos que desde la propia acera ejercieron contra él la más ignorante y descarnada intolerancia, exhorto a todos a reflexionar, a profundidad y con la honestidad que le harían real homenaje, para que ese propósito jamás sea borrado de la agenda y del proyecto de Nación que El Men intentó desarrollar.