En los últimos meses el mundo ha estado plagado de numerosos atentados y actos de terrorismos en diversos países, como respuesta quizás a la incomprensión de regímenes que actúan consciente o inconscientemente sobre determinados grupos ideológicos adversos, quienes en nombre de “soluciones democráticas” tocan los puntos más sensibles de los que por tales o cuales razones se sienten incomprendidos.
No se puede esperar que los gobiernos actúen con los ojos cerrados ante las acciones inadecuadas de quienes piensan que con el uso de la violencia reivindican sus derechos, o al menos lo que ellos así consideran.
No es menos cierto que muchos de los gobiernos cruzan fronteras en nombre de las alianzas internacionales, porque entienden que la unión hace la fuerza y que todos unidos serán invencibles, pero tocan el punto neurálgico poniendo en desventaja a muchos pueblos y grupos étnicos, y con ello se ponen en la mirilla de aquellos que entienden han sido agredidos injustamente y ante la impotencia de luchar contra cualquier imperio optan por las guerras de guerrillas, o simplemente atentan contra la seguridad de estos regímenes sin importar la caída de personas inocentes.
El asunto viene de lejos, posicionándose en los tiempos de las guerras, primero la de los siete días, donde los judíos se apoderaron del territorio palestino con la ayuda de Inglaterra y de los Estados Unidos de Norteamérica, al término de la Segunda Guerra Mundial, dando como resultado la creación del Estado de Israel, permitiendo a los palestinos ser desterrados en su propia patria, al quedar los que permanecieron allí apiñados en dos pequeñas zonas, siendo ellas: Gaza y Cisjordania.
La guerra contra Afganistán, asociada al atentado de las Torres Gemelas de 2001, que acabó con el gobierno Talibán, y los constantes atentados hechos por los Estados Unidos contra Muhamar al Gadafi en Libia y luego la guerra que terminó con su vida y gran parte de su familia, son en gran parte exponentes de la situación internacional.
Por otro lado, el apoyo incondicional brindado por EE. UU. al gobierno de manos férreas de Egipto, encabezado por Hosni Mubarak, el problema de la guerra civil en Siria y los constantes acosos escenificados contra Irán, entre otras cosas, han traído mayor inseguridad a los pueblos occidentales, dada la participación de algunos países como aliados, ya sea a través de la OTAN o como aliados de gobierno a gobierno.
Estamos viviendo en tiempos muy complejos, pues la participación del occidente en asuntos internos de países en conflicto han hecho un mundo más inseguro, la aplicación de políticas erradas en busca de solución a dichos problemas ha multiplicado el número de terroristas diseminados por diversos países, lo que cada día está costando la vida de cantidades de personas inocentes sin que nadie pueda responder por ellas.
Por otro lado Rusia que pretende continuar jugando el papel de gran potencia y aplicando la política del garrote contra los países vecinos como en el caso de Ucrania, Georgia, y aplastó el intento de independencia de Tschechenya y en la actualidad su participación en ayuda al régimen de Bashar al Assad en Siria, entre otras acciones, se ha puesto en contradicción con otros gobiernos que entienden tienen la supremacía y defendiendo la guerra existencial, cuando en realidad lo que se debe es combatir el problema de fondo y no de forma.
La participación de Francia, Alemania, España y otros países del Viejo Continente en esas guerras de aliados; la aplicación de los drones por parte de EE.UU. con la finalidad de aniquilar a posibles terroristas en Yemen, Pakistán y otras naciones ha puesto en la mirilla de estos a otros países, sobre todo en Europa, que son más asequibles que los transatlánticos, vulnerables porque estos pueden llegar por mar, aire y tierra, muchos de los cuales disfrazados de asilados logran su objetivo con gran facilidad, y es que lo humanitario está por encima de todo por asunto de derechos humanos.
En Latinoamérica, Venezuela está pasando por situaciones difíciles políticamente hablando, en cambio Colombia firma un acuerdo de paz entre el gobierno central y las FARC para tranquilidad de este país.
Hay que acabar con los estados de supresión y así hacer un mundo menos complejo y más justo y seguro para todos sus ciudadanos.