Uno o el mayor inconveniente que han experimentado históricamente las instalaciones deportivas en República Dominicana, ha sido el escaso, insuficiente y nulo mantenimiento, una realidad que se debe que catalogar como una afrenta y torpeza de los organismos que deben de velar por su buen estado físico.
El deterioro de las principales obras deportivas diseminadas por todo el país, ha sido un dolor de cabeza que se ha venido arrastrando por años, sin que se hayan aplicado los paliativos para evitar que ese tipo de torpeza y afrenta siga siendo el pan de cada día.
Un ejemplo mayúsculo sobre la falta de mantenimiento a las instalaciones tiene como uno de los puntales, el estadio Félix Sánchez, en el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte.
Esa obra inaugurada en 1974, a un costo de cuatro millones de pesos, en 2023, por falta de mantenimiento en esos casi 20 años, se invertieron seis millones de dólares, para ponerla acorde para unos Juegos Panam.
Tras los Panam, el estadio solo recibió algunos “paños con pasta”, por lo que ahora se está invirtiendo por encima de mil millones de pesos, para ponerlo en condiciones de celebrar el Campeonato Mundial de Fútbol Femenino sub-17, y los Juegos Centroamericanos y del Caribe, Santo Domingo 2026.
Si este solo ejemplo, no genera un despertar para que los gobiernos ejecuten un programa efectivo de mantenimiento, seguiremos navegando en un océano de irresponsabilidades.
Los trabajos que realiza el ministerio de la Vivienda y Edificaciones, en la modernización y adecuación del Félix Sánchez, debe quedar como muestra, de que se debe invertir en el mantenimiento de instalaciones, mediante un programa supervisado con consecuencias para los organismos y funcionarios que lo incumplan.