El voto nulo fue la opción con mayor apoyo en la primera vuelta de las presidenciales celebradas este domingo en Guatemala.
Guatemala votó y eligió a quienes competirán en la segunda vuelta de sus elecciones presidenciales el 20 de agosto. Aunque la opción más votada este domingo, curiosamente, no es ninguno de esos dos candidatos.
Con casi el 16% de los votos, la exprimera dama Sandra Torres fue la más votada al frente de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), un partido que nació como socialdemócrata aunque giró al centro-derecha en los últimos años.
El aspirante de centro-izquierda Bernardo Arévalo, por su parte, fue la gran sorpresa al quedar segundo con cerca del 12% de apoyo como candidato del Movimiento Semilla, un partido surgido tras las grandes protestas de 2015 que llevaron a la dimisión del entonces presidente, Otto Pérez Molina.
Sin embargo, la opción preferida de los guatemaltecos que acudieron a las urnas fue la del voto nulo, que con un 17,4% superó incluso los resultados de Torres.
Lejos de ser una anécdota, tras este gesto secundado por casi un millón de guatemaltecos, se esconde —según analistas— una clara muestra de rechazo al sistema político actual y a un hartazgo generalizado ante las opciones electorales que, tradicionalmente, en Guatemala se traduce en acabar votando por el que la población considera “el menos malo”.
«El gran ganador»
La opción de votar nulo fue de hecho promovida por tres candidatos que no consiguieron participar en los comicios después de que las autoridades electorales los bloquearan por motivos técnicos que ellos consideraron arbitrarios y equivalentes a fraude: el conservador Carlos Pineda —quien, de hecho, estaba primero en encuestas de intención de voto—, el derechista Roberto Arzú y la izquierdista Thelma Cabrera.
Tras su llamado estaba el muy ambicioso objetivo de que los votos nulos superaran el 50% de papeletas, lo que desde la reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos de 2016, obligaría a repetir las elecciones.
Y aunque el voto nulo obtenido quedó lejos de dicho porcentaje, basta comparar el 17,4% registrado este domingo con el 4,12% de la primera vuelta de las pasadas elecciones de 2019 para entender el respaldo mayoritario a esta alternativa.
“El voto nulo es el gran ganador”, afirma la politóloga guatemalteca Gabriela Carrera. “Y sí, responde en parte a ese llamado de algunos excandidatos muy diversos entre sí, pero sobre todo a mostrar rechazo al sistema de partidos que es precisamente el origen por el que hace unos años se hace vinculante el voto nulo en la legislación guatemalteca”.
Entrevistada por BBC Mundo, la directora de Acción Pública de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala descarta sin embargo que haya que interpretar ese voto nulo como “un gesto antisistema” en general.
“No lo es porque este voto reconoce la democracia y su importancia, de tomarse el tiempo de ir a votar tras analizar las propuestas y concluir que no hay nadie que te representa. Y eso es algo bueno para la institucionalidad democrática de Guatemala”, reflexiona.
La eterna alta abstención
Algunos analistas atribuyen también el hecho de que este domingo se registraran un 7% de votos en blanco y una abstención del 40% a ese clima de desencanto generalizado entre la población por las múltiples denuncias de corrupción en el Estado y señalamientos de fraude.
Sin embargo, Carrera diferencia los motivos detrás de esa baja participación que, de hecho, suele ser una constante en los comicios guatemaltecos (la abstención en 2019 fue del 38% en primera vuelta y del 58% en segunda).
“Ese dato lo podemos leer más bien como apatía o indiferencia, que son inducidos por la cultura política guatemalteca en sí y el claro desinterés en la política que hay históricamente en Guatemala, especialmente entre la gente joven”, opina.
Las encuestas confirman esta percepción. Según el último informe de Cultura Política / Barómetro de las Américas de 2021, solo el 14% de los guatemaltecos confía en los partidos y menos de un tercio (32%) en las elecciones.
También mostró datos preocupantes para la institucionalidad, como que apenas un 52% apoya la democracia y el 51% toleraría un golpe de Estado “cuando hay mucha corrupción”.
“Hay una extrema desconfianza por parte de la población que viene de una escasa cultura política democrática”, opina Rogelio Núñez Castellano, doctor en Historia Contemporánea de América Latina y experto en procesos políticos y electorales de la región.
“Pero también nace de un caldo de cultivo: que el Estado guatemalteco ha sido siempre ineficiente, muy mal financiado y sin dar al ciudadano lo mínimo: educación pública y sanidad de calidad, seguridad…”, le dice a BBC Mundo.
¿Cómo influirá en segunda vuelta?
Una de las preguntas ahora es saber si el voto nulo volverá a estar tan presente en la segunda vuelta y si afectará de alguna manera a los dos candidatos de UNE y Semilla, Torres y Arévalo.
“El voto a Semilla no es solo al partido en sí: es un voto contra la corrupción. Por lo que si quiere contrarrestar las posibles alianzas que se den para que Torres llegue a la presidencia, Arévalo deberá ganar la confianza de quienes ahora votaron nulo y aprovechar esa apatía de buena parte de la población”, dice Carrera.
Los escenarios posibles para agosto son muchos: desde que ese voto nulo se traslade a Semilla ahora que se convirtió en una opción con posibilidades de ganar que ni encuestas ni muchos guatemaltecos tenían en el radar, hasta que Torres esquive su tradicional “antivoto” (las personas que preferirían votar por cualquiera antes que por ella, como ocurrió en las últimas dos elecciones) gracias al apoyo de la población conservadora, ahora que se enfrenta a una candidatura más izquierdista que aún podría despertar fantasmas en Guatemala.
“Semilla se identifica simplemente como progresista, ya que en el imaginario del país hay una especie de monstruo sobre la izquierda, sobre ser socialista o comunista, y que es un tema sensible desde que en las dictaduras de hace décadas se creó una estrategia de Estado contrainsurgente en base a esa idea de enemigo de izquierdas”, recuerda Carrera.
Y según la experta, “esta estrategia narrativa ha sido efectiva en los últimos años en Guatemala, vinculada también a la manipulación del discurso religioso”.
Lo que definirá realmente la segunda vuelta, opina, son las estrategias que los dos candidatos tomen a partir de ahora y que, seguro, incluirán un cambio de discurso, dado que muy pocos preveían la presencia de Arévalo en esta fase.
“Pero sobre el voto nulo de este domingo, aunque podría entenderse como algo negativo, hay que aclarar que es una buena noticia porque supone volver a confiar en el sistema democrático y en el poder del voto en un país que ha estado en regresión democrática en los últimos tiempos”, apunta Carrera.
“Si hay un gran ganador, es la democracia de Guatemala”, remata.