Por qué ahora no surgen esos grandes líderes o caudillos carismáticos de otros tiempos. Se dijo que los nuevos líderes surgirían cuando Juan Bosch, Balaguer y Peña Gómez desaparecieran. Esos se fueron y los grandes sustitutos no aparecen.
Por el contrario, en las fuerzas políticas del sistema no hay líderes que encanten a las masas con su oratoria y su hasta con su presencia. Hay dirigentes, algunos de ellos con capacidad política y dones de inteligencia para desenvolverse, pero como personajes pasajeros, sin posibilidad de prolongarse en el tiempo.
Esa ausencia del liderazgo al que me refiero afecta a todos los ámbitos, también a la izquierda, a las asociaciones profesionales, al empresariado, al movimiento sindical, estudiantil.
El viejo liderazgo de la izquierda, el de los años sesenta y setenta, salió del escenario, unos porque se lo llevó de encuentro la cuchilla del terrorismo oficial, otros por la edad o por cansancio, para ser sustituidos por reemplazos de segunda y hasta de tercera línea.
Algunos que vienen de esos años, sobreviven, pero con una influencia circunscrita al círculo en que se desenvuelven.
En los profesionales, miremos al Colegio Médico, al de los abogados, este último en crisis profunda, sin una cabeza prestigiosa que los unifique.
Dijo Fidel Castro que los grandes líderes surgen en las grandes crisis. Así parece. Los días inmediatos a la caída de la tiranía trujillista produjeron a Manolo, para tan sólo hablar del lado bueno; la guerra de abril parió al coronel Caamaño. Pero después hemos sufrido grandes crisis políticas y los nuevos líderes no han aparecido.
En ninguno de los bandos. Dejo en manos de los que saben, sociólogos, politólogos, futurólogos y hasta de astrólogos, la tarea de descifrar el misterio, pero el hecho es que hay una evidente orfandad de liderazgo carismático y aglutinante.
En el campo de la izquierda; el que más conozco, el que me queda más cerca, en el que he vivido y viviré, entiéndanme, hay muy buenos cuadros dirigentes, pero no líderes aglutinantes de masas y en ausencia de ese liderazgo unificador brotan grupos y jefes por doquier y la anhelada unidad se aleja.
Claro, que tarde o temprano surgirá ese liderazgo de masas, prestigioso, lúcido, autorizado, que logre alinear tras su figura y su convocatoria, al menos, a la parte más avanzada del pueblo y empiece a arrebatarle la hegemonía a las fuerzas de la derecha. Espero tener vida y salud para verlo, celebrarlo y, desde mi puesto de soldado, respaldarlo.