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Hace cinco siglos Santo Domingo presumía de uno de los sistemas de alcantarillado pluvial más modernos del mundo, uno de los atributos del fugaz fulgor de la primera ciudad europea en el Nuevo Mundo, que cubría menos de un kilómetro cuadrado con pocos cientos de habitantes.
Hoy cada vez que llueve en la capital dominicana es una tragedia. En los últimos días, inesperados aguaceros torrenciales inundaron grandes áreas dejando muertes, desgracias personales y pérdidas materiales. Hay pocas alcantarillas, muchas están tapadas…
