Hace cinco siglos Santo Domingo presumía de uno de los sistemas de alcantarillado pluvial más modernos del mundo, uno de los atributos del fugaz fulgor de la primera ciudad europea en el Nuevo Mundo, que cubría menos de un kilómetro cuadrado con pocos cientos de habitantes.
Hoy cada vez que llueve en la capital dominicana es una tragedia. En los últimos días, inesperados aguaceros torrenciales inundaron grandes áreas dejando muertes, desgracias personales y pérdidas materiales. Hay pocas alcantarillas, muchas están tapadas…
El llamado Gran Santo Domingo abarca a Santo Domingo y tres demarcaciones distintas al Este, Oeste y Norte, con sus propios Ayuntamientos, que con el Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo suman 1,390 kilómetros cuadrados y casi cuatro millones de habitantes.
De estos, menos de 93 kilómetros cuadrados y mucho menos de un millón de personas son del Distrito Nacional, pese a lo cual muchas de las críticas por las inundaciones son dirigidas injustamente sólo a su Cabildo.
Ahogamientos y daños
Al menos seis personas han fallecido, más que en el reciente paso del huracán Fiona. El lunes, tres cadáveres de ahogados habían sido recuperados del río Isabela y las autoridades continuaban la búsqueda de varias otras personas reportadas como desaparecidas por causa de las lluvias.
Uno de los fallecidos es José Antonio Batista Polanco (Jochy), quien iba en automóvil desde Ágora Mall hasta su residencia en Cuesta Hermosa y al quedar interrumpido el paso por una cañada desbordada decidió seguir a pie mientras su esposa quedó al volante, pues una hija estaba sola en su casa al haberse ido el servicio doméstico.
Otro fue un joven de La Puya, Arroyo Hondo, quien trabajaba como mensajero de Pedidos Ya e igualmente fue reportado como desaparecido al no llegar a su casa el viernes. Luisinky Jiménez también murió ahogado.
Una persona falleció al caerle encima un muro derrumbado por el agua y otro al tratar de sacar su automóvil, quedando atrapado debajo del agua.
Además de los fallecidos, decenas de familias han perdido sus casas y enseres a orillas de ríos y cañadas. Centenares de automóviles fueron cubiertos por agua en calles, avenidas y parqueos soterrados sin suficiente drenaje pluvial.
Hasta ahora no hay un estimado oficial del valor de las pérdidas materiales, pero algunas compañías de seguros, que solicitaron auxilio gubernamental para enfrentar los reclamos, estiman que sólo en vehículos son muchos centenares y quizás miles de millones de pesos.
Además, miles quedaron varados sin poder regresar a sus casas hasta después de medianoche del viernes, luego de las intensas lluvias.
Ping-pong
El exsíndico Roberto Salcedo tuiteó justificando que durante sus gobiernos municipales atendió otras prioridades “porque no llueve todos los días”. Quizás porque la alcaldesa Carolina Mejía es secretaria general del PRM, algunos políticos de oposición culpan al Ayuntamiento del Distrito Nacional, el que menos área y población incluye.
Otros acusan a la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD), la entidad gubernamental realmente responsable de construir, operar y mantener el sistema de descarga sanitaria y pluvial de Santo Domingo, cuyo servicio luce limitado a cobrar por el servicio de acueducto.
Tras el diluvio, el agua de la CAASD sale muy turbia y expertos en salud pública han advertido la posibilidad del aumento de enfermedades como dengue, diarrea, leptospirosis y otras afecciones infecciosas, intestinales y dermatológicas. Recomiendan lavado frecuente de manos, poner cloro al agua, correcta disposición de basura y no consumir alimentos crudos.
Antes del fin de semana, los servicios meteorológicos extranjeros y de noticieros como la BBC, France 24 y las cadenas estadounidenses habían advertido del mal tiempo y el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) mantuvo a 21 provincias en alerta. Comoquiera, gran parte de la población alegó que las graves inundaciones los tomaron por sorpresa.
Parte de las críticas están dirigidas a la Oficina Nacional de Meteorología (ONAMET) por su lentitud en alertar a la población, pese a lo cual la Defensa Civil, las Fuerzas Armadas y el COE estuvieron prestos y alertas ante la situación.
Desde fines de septiembre funciona en Punta Cana el primer radar meteorológico Doppler del país, a cargo del Instituto Dominicano de Aviación Civil (IDAC), pero la ONAMET alega necesidad de otros dos en el norte y sur del país, cuyos fondos no han sido provistos por el Ministerio de Obras Públicas.
La maraña de entidades oficiales civiles culpándose unas a otras es asombrosa, un ping-pong de irresponsabilidad, si se considera que hay además un proyecto legislativo para crear un Instituto de Meteorología adscrito al Ministerio de Medio Ambiente. Anteriormente los asuntos del clima y las lluvias correspondían al Ministerio de Agricultura.
¿Qué hacer?
El ciclo vicioso entre basura tirada a las calles por malos ciudadanos e imbornales tapados, falta de inversión por parte de Obras Públicas y la CAASD, precaria capacidad de la ONAMET, enfoque del IDAC en la aviación y un Gobierno atosigado por otras urgencias, impiden vislumbrar una solución urgente a las periódicas inundaciones en Santo Domingo.
Los pozos filtrantes no bastan para absorber mucha agua súbitamente y se requiere una alcantarilla pluvial y sanitaria.
Seguramente una ciudadanía mejor dispuesta a colaborar manteniendo la ciudad más limpia, constructores más responsables que prevean soluciones para el desagüe pluvial y macana legal de las autoridades ayudarían, pero el próximo gobierno debe plantearse como impostergable dejar resuelto este costoso problema nacional.
Balaguer decía que las aguas pagan su propio daño, pero érase un país agrícola. Hoy el costo de las inundaciones urbanas es vergonzoso y escandaloso.