Dios es el protector de la familia, que a su vez se constituye en la base fundamental de toda sociedad. Es en la familia en donde se construyen los valores que toda colectividad requiere para desarrollarse sanamente. Los padres y tutores tienen a su cargo la mejor educación que sus hijos e hijas puedan conocer, que no es otra que la instrucción que viene del mismo seno de la familia.
Lamentablemente estamos viviendo días muy críticos para esta valiosa institución que también está contemplada en nuestra Constitución “La familia es el fundamento de la sociedad y el espacio básico para el desarrollo integral de las personas.”
La sociedad está sitiada de una nueva ola que altera todo lo que realmente es válido, es decir, asediada por la inversión de valores que convierte todo lo bueno y leal en algo malo, desleal y arcaico. A eso súmele la violencia, y desde luego, la aprobación de leyes que refutan la naturaleza divina del matrimonio.
Esa fusión de violencia e inversión de valores destruye a la familia, y poco a poco va degenerándola.
Es por ello que esta reflexión va dirigida a los padres y tutores, para que entiendan el rol y la responsabilidad que poseen en sus manos, ese deber de ilustrar a los niños de una manera tal, que sean ellos los que se impongan a los antivalores que en nuestra época son vistos como normales y positivos.
Hoy, ser deshonesto, arrogante, irrespetuoso, avaro, vengativo, violento entre otros, constituye lo que se nos implanta.
Cada día que pasa tenemos autoridades con doble moral. Jueces que son capaces de impartir clases de ética y moral en las aulas de la carrera de derecho y por otro lado se desvían de su rol de preservadores de la igualdad y equidad que debe de primar entre las partes envueltas en un proceso judicial, políticos arrogantes que se creen estar por encima de los demás sólo por tener un cargo público que precisamente fue otorgado por su pueblo, hombres violentos capaces de cortarle las manos a una mujer que se niega a volver con él y peor, niños, niñas y adolescentes que han perdido todo sentido de respeto por los valores patrios.
La palabra de Dios nos dice:
Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Se las repetirás a tus hijos, y les hablarás de ellas estando en tu casa y andando por el camino, al acostarte y cuando te levantes. Deuteronomio 6:6-7
¿De cuáles palabras nos habla el Señor?
De aquellas que ayudaran a que nuestros hijos crezcan como adultos de bien, que sean honestos, humildes, con amor hacia prójimo y de igual manera respetuosos de las leyes.
La destrucción de la familia no viene por el hecho de que en algunos casos no allá un “party” en el que nuestros hijos no participen sin que sea necesario el uso de la denominada “juka”, la extinción de la familia no se produce por el uso de pantalones caídos, sea esto bueno o malo, no está desapareciendo la familia por el consumo de drogas o porque seamos pobres, no, la familia llega a una situación precaria cuando somos padres irresponsables.
Padres, madres y/o tutores, mostremos a nuestros hijos más amor y más atención, que seamos sus verdaderos amigos y guías, para que en el día de mañana podamos caminar con la frente en alto por haber dado lo mejor a nuestros hijos: Educación.