Por qué ningún país volvió a enviar alguna persona a la Luna desde 1972

Por qué ningún país volvió a enviar alguna persona a la Luna desde 1972

Por qué ningún país volvió a enviar alguna persona a la Luna desde 1972

EE.UU. envió seis tripulaciones a la Luna entre 1969 y 1972.

Fue, al decir de Neil Amstrong, un pequeño paso para el hombre, pero un salto inmenso para la humanidad.

El 21 de julio de 1969 a las 2:56 (GMT), un ser humano (Armstrong), pisó por primera vez la Luna. La noticia estremeció al mundo.

El «salto inmenso» de esos años quedó en la última pisada legendaria del astronauta Eugene Cernan. Después de él, ningún hombre ha vuelto al satélite natural de la Tierra en más de 45 años.

Muchas teorías conspirativas se generaron desde entonces para apoyar la idea de que los alunizajes nunca tuvieron lugar y que las imágenes que se difundieron no fueron más que montajes en estudios de televisión.

Pero casi medio siglo después, el gobierno de Estados Unidos anunció que se propone volver próximamente al satélite y que esto solo podría ser una primera escala de un viaje hacia la conquista de Marte.

El presidente Donald Trump aprobó el lunes la Directiva de Política Espacial 1, una orden presidencial que emplaza a la NASA a enviar de nuevo misiones tripuladas a la Luna.

La directiva, que fue firmada sin consulta previa con el Senado, está prevista para que entre en vigor cuando al mandatario solo le queden por delante dos años en la Casa Blanca, y dado los plazos de aprobación de los presupuestos, muchos especialistas temen que nunca se hará efectiva (salvo que Trump sea reelecto en 2020).

Sin embargo, la nueva apuesta espacial del presidente supuso para mucho una pregunta: ¿por qué ni Estados Unidos ni ningún otro país volvió a enviar una tripulación a la Luna en casi medio siglo?

Cuestión de presupuestos

Con la hazaña de Armstrong, Estados Unidos se coronaba en su batalla por la carrera espacial con la entonces Unión Soviética, que ya había puesto antes a una perra y a un tripulante, Yuri Gagarin, en el espacio, pero que no había podido llegar mucho más allá de la atmósfera terrestre.

Otras cinco expediciones estadounidenses llegaron a la superficie lunar en los años siguientes hasta diciembre de 1972.

Pero la gesta resultaba extremadamente cara.

«Enviar una nave tripulada a la Luna era excesivamente costoso y realmente no ha existido una justificación verdaderamente científica para sostenerla«, explica a BBC Mundo Michael Rich, profesor de Astronomía de la Universidad de California en Los Ángeles.

De acuerdo con el especialista, más allá del interés científico, detrás de las misiones a la Luna se encontraban motivos políticos: básicamente, la competencia por el control del espacio.

Con los años, con la Luna «conquistada» por Estados Unidos, el regreso al satélite comenzó a perder interés. «No había una justificación científica ni política para volver», afirma Rich.

George W. Bush propuso en 2004, durante su mandato, un plan similar al de Trump: enviar una nueva tripulación a la Luna y, de allí, abrir las puertas para la conquista de Marte.

Pero el proyecto se deshizo, según Rich, por la misma razón que no se había repetido antes: su costo.

El gobierno que le sucedió a Bush, con Barack Obama a la cabeza, no se mostró dispuesto a gastar los US$104.000 millones que se calculó que costaría el envío.

«En la práctica, es muy difícil convencer al Congreso de aprobar un presupuesto tan desmesurado cuando desde el punto de vista científico no había suficientes razones para regresar a la Luna. El proyecto Apollo (el proyecto para llevar el hombre a la Luna) fue grandioso, pero poco productivo científicamente hablando«, comenta.

Durante los años del programa, el monto que destinaba el gobierno de Estados Unidos para los planes de la NASA era casi el 5% del presupuesto federal. Actualmente, es de menos de 1%.

«En aquellos años los estadounidenses estábamos convencidos de que destinar esa cantidad para estos proyectos era necesario. Después de esos años creo que la gente estaría muy convencida de que sus impuestos se destinaran para pasear por la Luna», afirma.

Otra de las razones, comenta, es que la NASA se vio enfrascada años después en otros proyectos más importantes: nuevos satélites, sondas a Júpiter, la puesta en órbita de la Estación Espacial Internacional, investigaciones sobre otras galaxias y planetas… que tenían más «relevancia científica» que un potencial viaje de vuelta al satélite.

La nueva carrera

Sin embargo, en los últimos años, los potenciales viajes a la Luna comenzaron a ganar nuevamente interés.

Cada vez son más las iniciativas estatales y privadas que no sólo anuncian un regreso al satélite, sino ambiciosos planes de colonización, la mayoría de ellos basados en el abaratamiento de las tecnologías y la fabricación de naves espaciales.

China, por ejemplo, planea alunizar en 2018, mientras que Rusia anunció que para 2031 pondrá una nave allí.

Mientras, muchas iniciativas privadas buscan actualmente un modelos de negocio espacial que va desde explotar los minerales que hay en la Luna hasta vender trozos del satélite como piedras preciosas.

Y, al parecer, Estados Unidos no quiere quedarse atrás.

La agencia espacial estadounidense sostiene desde hace años que aún existen grandes razones para regresar a la Luna.

La NASA opina que una vuelta del hombre allí podría traer un mayor conocimiento de la ciencia lunar y permitir la aplicación de nuevas tecnologías en el terreno.

Además, desde la NASA, Laurie Castillo asegura a BBC Mundo que la agencia continúa en la Luna aunque no cuente con presencia humana.

«Tenemos en estos momentos la Lunar Reconnaissance Orbiter (una sonda espacial estadounidense destinada a la exploración lunar lanzada en 2009) que está haciendo cosas asombrosas», dice.

«Pero cuando tienes en cuenta el desarrollo tecnológico que hemos alcanzado te preguntas si es todavía necesario enviar a un hombre físicamente a la Luna para probar cualquier tecnología. Entonces entiendes que las razones para volver escapan nuevamente a lo meramente científico», añade Rich.

Para el profesor Rich, por tanto, el anuncio realizado por Trump tiene un trasfondo político.

«Creo que quiere dar la idea de que Estados Unidos no se quedará atrás en la nueva carrera espacial», afirma.

Dado los avances tecnológicos y la apuesta del sector privado por la conquista espacial no cree que una base en la Luna o en Marte estén lejos de una realidad.

«En menos de 100 años estoy casi seguro que ya la Luna nos quedará demasiado cerca y estaremos explorando otros lugares del Universo».