Nuevamente se pone en el debate el caso del retorno a las aulas de las estudiantes cuando aún persisten temores sobre la pandemia del Covid-19. Más ahora cuando hay incertidumbre sobre un posible rebrote de contagios por incumplimiento que podría producirse durante la Semana Santa de los protocolos sanitarios establecidos por el Gobierno.
Si bien el país registra una considerable positividad en la curva descendente del coronavirus, hay que tener mucho cuidado en desbaratar ahora todo lo logrado en el control de la enfermedad solamente por precipitar el regreso a la docencia de los alumnos de las escuelas públicas y de los colegios privados.
No parece prudente que a partir del 6 de abril el Ministerio de Educación convoque a los niños de los niveles inicial y primaria para su retorno a las aulas. Viene la celebración de la Semana Santa y puede producirse un rebrote del virus por un virtual descontrol en las medidas sanitarias.
Lo correcto sería, y es, que las autoridades articulen un plan efectivo para el reinicio de las clases a partir de agosto, cuando oficialmente se tiene programado cada año el año escolar, lo que también debe estar sujeto a cualquier eventualidad con la enfermedad.
Sensata es, desde nuestro punto de vista, la postura asumida por la Asociación Dominicana de Profesores sobre la necesidad de que el Gobierno centre todos los esfuerzos humanos y económicos para garantizar la vacuna a toda la población y después planificarse sobre lo referente a retomar la docencia presencial.
No solo los profesores temen por situaciones adversas en las escuelas, sino también los padres de una gran cantidad de alumnos que se resisten a exponer a sus hijos a posibles contagios del virus.
La posición del gremio ha sido expuesta por su presidenta, Xiomara Guante: “A lo que nos oponemos es que un momento como este y después de que nos pusimos de acuerdo como país para una educación a distancia para proteger la salud y la vida de nuestra comunidad educativa en noviembre pasado, venir ahora sin que haya pasado nada positivo en términos sanitarios en el país a llamar a la comunidad educativa y a todos los estudiantes a reingreso a la docencia semipresencial o presencial, sin que se den las condiciones”.
Mientras que es conocido que la Organización Mundial de la Salud ha advertido que aplicar la vacuna no significa que la pandemia esté bajo control, lo que prevé podría ocurrir a partir de 2022. Es decir, que la amenaza de fallecimientos y más contagios estarán al acecho de los ciudadanos que violenten los protocolos.
Sin embargo, hay que reconocer los esfuerzos encaminados por el presidente Luis Abinader y el Gabinete de Salud, que encabeza la vicepresidenta Raquel Peña, para agilizar todo el proceso de vacunación a al menos el 80 por ciento de la población hasta julio, proceso que ha tenido una repercusión positiva en el freno de la pandemia.
Pero hay una pregunta en el aire que merece una explicación lógica. “¿Qué premura tiene el Gobierno en abrir los centros educativos, cuando cada día hay reportes de muertes e infectados? La planificación para la reapertura de las clases hay que postergarla para el próximo año escolar, ahora sería una imprudencia que podría salir un poco costosa y arriesgada.
Para evitar situaciones lamentables, el Ministerio de Educación debe apelar al diálogo y la cordura.