Para muchas personas, el Fin de Año es sinónimo de festejos, reuniones familiares y esperanza. Sin embargo, lejos de la imagen idealizada de alegría constante, este período puede generar tristeza, ansiedad y melancolía.
Según especialistas en salud mental, factores como los balances personales, los recuerdos familiares y la soledad no deseada influyen de manera directa en el bienestar emocional.
La psiquiatra Graciela Moreschi explica que las fiestas funcionan como un ritual que pone en evidencia los vínculos. En este contexto, las ausencias, los conflictos familiares o la falta de contención se vuelven más visibles.
Muchas personas comparan su presente con la infancia, una etapa que suele recordarse como más protegida y cálida, lo que puede generar angustia al notar que la dinámica familiar cambia con el tiempo.
Por su parte, el doctor Rolando Salinas, jefe de Salud Mental del Hospital Alemán, señala que la tristeza de fin de año no es una enfermedad, sino una reacción previsible frente al cierre de una etapa. El balance de logros y frustraciones, los proyectos no cumplidos y la presión social por “estar bien” afectan especialmente a quienes tienden a realizar autovaloraciones negativas. A esto se suma el estrés económico, laboral y el cansancio acumulado durante el año.
Uno de los factores más relevantes es la soledad no deseada. En una época donde la celebración colectiva parece obligatoria, quienes no pueden o no desean participar de ese ideal festivo pueden sentirse excluidos. Esta situación impacta con mayor fuerza en los adultos mayores que cuentan con redes de apoyo limitadas.
La psicóloga Emilce Schenk destaca que, en estos casos, pueden intensificarse sentimientos de ansiedad y tristeza, por lo que es fundamental planificar las fiestas teniendo en cuenta sus necesidades emocionales y físicas.
¿Cómo transitar el Fin de Año con mayor bienestar?
Los especialistas coinciden en que aceptar la tristeza como parte de la vida es un primer paso. Moreschi sostiene que estos sentimientos pueden servir para reflexionar sobre los vínculos y realizar cambios necesarios, sin caer en comparaciones con otras personas o con el pasado. Además, recuerda que la familia no es solo la de sangre, sino también la que se elige, como amigos o personas cercanas.
En el caso de los adultos mayores, la presencia, la escucha activa y el respeto por sus límites son claves. Incluirlos en celebraciones, pero sin forzar situaciones que generen cansancio, contribuye a su bienestar emocional.
Finalmente, Salinas remarca que el sentido profundo de estas fechas no está en la alegría superficial, sino en el cierre de una etapa y la apertura a un nuevo comienzo. Agradecer lo vivido, permitir que cada persona exprese sus emociones de manera genuina y mantener una esperanza realista son algunas de las claves para recibir el nuevo año con mayor serenidad.