En días pasados encontré de nuevo un funesto mensaje que apareció en Facebook hace ya más de un año, en el cual unos 100 o 150 dominicanos de dudosa educación cívica se declararon en lucha pro defensa de las personas supuestamente desnacionalizadas por la Sentencia TC-168-13.
Releí su manifiesto. No conté a los firmantes pues la náusea me lo impidió, pero vi sus nombres. Sentí pena por todos, e incluso tristeza por mi país, pues, aunque los ingratos siguen siendo una ínfima minoría, no les sabía dueños de tan descarada bajeza.
Si tales señores –pensé- no tienen conciencia del valor que entraña RD para sus hijos, y si por eso se comportan cual “renegados sin causa” ¿cómo debiera ser la defensa que la República ha de oponerles para derrotarles jurídica, espiritual, moral y mentalmente?
Claro, la defensa de la nación debe producirse preferiblemente sin arrojar sobre los “hermanos equivocados” los repugnantes excrementos con que ellos pretendieron zaherir al país, pues su número representa la misma irrisoria minoría que “no sabe lo que hace”, tal como apuntara el Hijo del Hombre en su momento.
Hoy sabemos que el bolsillo, el fanatismo, el arribismo, el entreguismo y la ignorancia no les dejan saber.
Por eso, y para destacar las elevadas esencias de nuestra nacionalidad, sepamos que desde la lejana época de la Carta Magna de 1929 todas las constituciones del país indican quién es y quién no es dominicano. O sea, estamos ante un tema que fue esclarecido desde antes de Trujillo.
Y eso es bueno saberlo, porque aquí ha aparecido un antitrujillismo de nuevo cuño, tardío y oportunista por demás, que haciendo causa común con ciertos círculos confusionistas, ha querido hacer creer que la obra funesta de Trujillo fue contra Haití, no contra RD, lo cual equivale a pretender que el antitrujillismo dominicano es un sentimiento de conmiseración en pro de Haití, no una lucha por la libertad y la democracia de la RD. ¡Como si Haití no hubiese estado, desde siempre, en manos mucho más sanguinarias que las de nuestro propio chacal!!!
Pues bien, aquellas viejas normativas constitucionales consagran excepciones bien precisas en las cuales se aclara, por ejemplo, que no son dominicanos los hijos legítimos de diplomáticos extranjeros residentes en el país ni los hijos de las personas que se hallaren en tránsito en el territorio nacional.
Conviene reparar en que “persona en tránsito” es, en lenguaje de fácil comprensión, alguien que va de paso hacia otro lugar, una suerte de transeúnte que no ha llegado aún a destino.
Sépase que quienes estén en el país en esa calidad están tácitamente amparados por el permiso legal implícito en el estatus, el cual, sin embargo, tiene un plazo de vencimiento que deberá ser respetado por las personas beneficiadas so pena de tener que asimilar las penalidades correspondientes.
Pero, entendamos que si las constituciones dominicanas han sido categóricas en cuanto a que no es dominicano quien naciere aquí hijo de extranjeros que, por la razón que sea, fuesen personas en tránsito o transeúntes, con menos razón aún pudieran nuestras normas jurídicas supremas aceptar como dominicanos a los hijos de extranjeros radicados en el territorio nacional de manera ilegal dado que nodisponen siquiera de un permiso vigente ni de una licencia válida para estar aquí.
De ahí, cuatro preguntas sencillas:
1. ¿Cuál es la desnacionalización por la que protestan los 100 o 150 señores ya aludidos y por la cual ellos habrían de luchar, según advierten, hasta reparar la injusticia implicada?
2. ¿Cuál es el fundamento técnico, moral y constitucional de su lucha contra la Sentencia TC-168-13?
3. Y, lo que es más extraño aún, ¿cuál es la base moral y constitucional que ha tenido la JCE para complacer a ilegales al darles la nacionalidad dominicana a los famosos 56,000 extranjeros, casi todos hijos de haitianos, nacidos y radicados ilegalmente aquí, y cuyos nombres aparecen en un listado publicado por la propia JCE hace ya muchos meses?
4. Y, por fin, ¿quién es y quién no es dominicano a la luz de nuestra herencia jurídico-institucional?
Ojalá no perdamos de vista lo ya apuntado acerca del bolsillo, el fanatismo, el arribismo, el entreguismo y la ignorancia que han obnubilado a los 100 o 150 reclamantes que se creen que RD es un relajo.