Por favor, evitemos vivir en el caos

Por favor, evitemos vivir en el caos

Por favor, evitemos vivir en el caos

La sociedad dominicana transita vertiginosamente hacia un estado de anomia y si no nos paramos como se debe, en poco tiempo estará arropada por completo por las acciones de los desaprensivos, los antipatria y el desorden total de las instituciones. Es decir, que viviremos en estado de caos.

Las acciones constantes de reclamos, protestas, lucha anticorrupción, los escándalos recurrentes en la gestión pública, el crecimiento de la deuda, el vandalismo estructurado y otros tantos males, pintan de amargura cada amanecer dominicanos y no hay autoridad que se arriesgue a enfrentar con decisión tanta iniquidad.

La oposición al gobierno de Danilo Medina dentro de su propio partido y las acciones dirigidas de los grupos políticos antagónicos que no han logrado determinados propósitos, se han puesto en consonancia para que el país se desenvuelva de protesta en protesta, enfrentamientos directos, denuncias constantes y asedio a las estructuras productivas, con razón o sin ella.

Este problema roba tiempo a las necesarias acciones para inducir el desarrollo sostenido de la economía, a las políticas públicas contra el desempleo, el narcotráfico, el crimen organizado, las mafias políticas y económicas que actúan al amparo de algunas autoridades y de funcionarios desidiosos, que solo procuran su propio bienestar.

Casos como el Félix Bautista, Diandino Peña, Odebrecht y otros que se murmuran tras el telón, debieran tener otra atención de la Justicia, de la llamada sociedad civil y de los ciudadanos comunes que son siempre las víctimas de todos los desmanes que se registran. Pero no hay militar ni policía, ni juez ni fiscal, que sea capaz de tirar la primera piedra.

Los medios de comunicación, lo reiteramos, deben seguir jugando el rol de defensores de la soberanía, de sustentadores y base de la democracia bien dirigida y participativa, así como celosos guardianes de la salud de la patria de los hombres y mujeres que en ella moran, sin que esta defensa tenga colores ni razas predilectas y, menos aún, intereses sectoriales.

Las informaciones diarias y las quejas de los dominicanos están a la orden del día, dejando el sabor amargo del caos, el desasosiego, la inseguridad y la impotencia de los hombres y mujeres que quieren un mejor país para sus hijos y un porvenir seguro para las generaciones futuras. ¡Por favor, evitemos vivir en el caos!



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