Con la reelección presidencial de Danilo en primera vuelta y con la votación alcanzada, como se necesitaba, me siento compensado. Termina un periodo político – “aunque aún falta el rabo por desollar” – surge otro que debe de ser provechoso para nuestro proceso y para la recomposición de las fuerzas sociales y políticas del país, en el nivel que corresponde, lo que puede depender todavía de un pelo, el de la salud física y mental del mandatario y el de la voluntad política de sus equipos, siendo fieles al mandato excepcional que los votantes le otorgamos para un segundo periodo, que por razones de crisis internas y externas será más extenuante que el primero, bajo ataques y sabotajes, de los que solo nos escudará la ley.
Fuera de estas aprehensiones, el triunfo de Danilo es el de nuestro proceso y es de todos en el país; también el de los otros candidatos votados, miembros de otras organizaciones. Son nuestras autoridades y representantes, teniendo la solemnidad de nuestra soberanía. Que nadie se equivoque y la mancille con los ilícitos que pudieran provocarles.
El pasado 15 de mayo los dominicanos cruzamos el Mar Rojo, como cuentan las leyendas hebreas que ellos hicieron, alejándose de lo que no querían en Egipto. La percepción social es un auxiliar instintivo de las especies ante peligros o necesidades colectivas, como la de migrar a tiempo, eludiendo malos periodos, hechos por manadas, peces y aves, haciendo heroicas y largas travesías, como son también nuestras mutaciones en las ideas, como estas que el país vive, haciendo las sinergias o acción combinada de diferentes actores persiguiendo un resultado útil y común, con economía de medios; algo imposible sin una o varias razones conectivas. Las manadas humanas tienen ese don primitivo prosiguiendo su proceso vital existencial, siguiendo impulsos como el de enamorarnos, sin el que terminaría la vida de nuestra especie y cuanto significamos.
Pensemos en la coyuntura electoral que va terminando, pero dentro de un contexto más amplio, en el que este es solo un paso en el rumbo que podemos perder, sino les trazamos perspectiva en la que seguir caminando, siguiendo nuestro arcoíris, la utopía que los comerciantes, recogiendo menudo en la vía no pueden ver y que los artistas, los científicos y los políticos revolucionarios encarnamos con nuestras exploraciones.
Dentro del proceso que nos toca, estamos condicionados por la recolección y acaparamiento del menudo en la vía, el que nos impide ver lo que es nuestro gran capital. Entre esos vectores se destacan, primero: la exigencia del proceso de la recomposición política del nuevo país que ya somos yendo, al nivel del desarrollo económico y social proyectado y deseado. Segundo: hacer la inversión para el desarrollo de la investigación científica con toda su arquitectura de base, que independice y potencialice a nuestra nación como puntera en el mundo del conocimiento, aplicado en la economía y en nuestro modo de vivir. En tercer lugar: siendo primera en prioridad está la geopolítica, vector dominante con su naturaleza colonialista y neoliberal que para el desarrollo económico, social y humano nos obliga a políticas defensivas desde el poder, para que en el país no seamos burros de carga de los despojos hechos a nuestros pueblos desintegrados. Un cuarto vector, es la necesidad de unidad política de la gran parte de la sociedad dominicana que votamos por Danilo, debiendo concentrarnos bajo de la idea y liderazgo de la meta hacia la cual vamos en los próximos 4 años con él, pero eventualmente sin él, por las circunstancia del proceso y sus efectos dentro del PLD, que solo es parte de él, aunque muchos dirigentes suyos oxidados, quieran monopolizar la sinergia para privatizarla.
Son de las circunstancias en la que resalta la urgencia política de la fundación de una Nueva Izquierda en el país que gane sus espacios de aceptación y autoridad, compartiendo con el ‘establishment’ el poder a ganar desde hoy; pero tomando en consideración que absolutamente no la tenemos orgánica, y este es un vacío que nos desafía. Es la razón por la que insisto en congregar a los y a las 30 personas pioneras de las 300 con las que defender nuestras Termópilas desde 2020 hasta 2030; sin que hasta este momento, ni para insultarme, nadie haya escrito al correo donde alguien espera para citarnos. Ver conclusiones del artículo “Las plazas fuertes” del 6 de mayo del corriente en este medio.