Frederich E. Bergés
Habiendo pasado la página con el nuevo gobierno que encabeza el presidente Luis Abinader, así como las anteriores políticas del gobierno que finalizó, toca preguntar hacia dónde se encaminan las siguientes páginas de nuestra historia, particularmente en lo concerniente a la economía.
Primero detengámonos adonde nos encontramos. Esperamos este año un crecimiento económico negativo que puede llegar entre el 4% y el 6% del PIB. La pandemia ha aumentado el desempleo formal en más de 200 mil personas y el informal aun incalculable; la cartera de créditos al sector privado lleva los últimos dos meses en cifras negativas, y la inflación cercana solo al 3%.
La devaluación acumulada es de 10% y la meta de reservas es de aproximadamente USD$10 mil millones.
Cualquiera repasa estas cifras y se siente pesimista, sin embargo no creemos que ese sea el caso, y sobre todo a la luz del Covid-19 y las repercusiones mundiales del mismo. Aunque el manejo nacional de la pandemia podría considerarse que no ha sido óptimo, se ha logrado al menos mantener cierta actividad económica y una política de ayudas y subsidios que han permitido que la economía no colapsara.
La visión más cautelosa del gasto público del nuevo gobierno, a pesar de todas las controversias en ciertos nombramientos públicos, nos hacen pensar que habrá mayores esfuerzos por controlar el déficit presupuestario de la nación y una politización más reducida de las decisiones económicas. La presentación de la enmienda presupuestaria la semana pasada define las políticas del gasto en lo que queda de año.
La prueba grande la tendremos en los próximos 60 días con la presentación del presupuesto del 2021. Con un déficit fiscal por encima del 7%, será clave entender que hará el nuevo gobierno para garantizar la sostenibilidad fiscal.
Ojalá que el próximo presupuesto sea realista en sus planteamientos y con una ejecución honesta y transparente, de manera que tengamos una historia relativamente feliz en los próximos cuatro años.
