Alejandro Magno, famoso rey de Macedonia, sostuvo que “una tumba basta para aquél que no le bastó el mundo”. La mayoría de los humanos se ha preocupado por alcanzar poder y riqueza, sin importar la estela de destrucción que dejan en el camino y ni siquiera preguntar, ¿para qué ha servido?
La mejor respuesta la podemos encontrar en la Biblia, en Mateo 6:19-20: “No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar”.