Desde hace muchos años los chilenos han sido ejemplares. Una democracia funcionando en serio y estabilidad institucional; buen manejo de la economía, confirmado por la cifras y una política comercial impecable que le ha ampliado de manera muy importante los mercados.
Pocos escándalos por corrupción y aunque los ha tenido e incluso han involucrado a la nuera y el hijo de la presidenta Michelle Bachelet (64), nada que ver comparado con lo que pasa por los alrededores.
Los chilenos, además, le quitan vuelo y no hacen ruido frente a los repetidos anuncios de Evo Morales en sus intentos de avanzar sobre el Pacífico. Sobre lo que sí hacen ruido es en relación a sus éxitos futbolísticos y la obtención por dos veces y en forma consecutiva del campeonato sudamericano.
Un tal Vidal aparece como el abanderado del “bicampeonato“, misión que asume, ciertamente, con bastante arrogancia.
Ante ese panorama sorprende un poco la noticia de que los candidatos que pugnarán por la Presidencia en las elecciones de noviembre de 2017 son los expresidentes Ricardo Lagos y Sebastián Piñera.
Seguramente ninguno irá con el lema “renovación”.
El socialista Lago, que ejerció la Presidencia de 2000 a 2006, y era considerado una especie de “cacique y gurú” en el retiro a quien consultar y cuyas opiniones eran respetadas y tenidas en cuenta, anunció ya que buscará ser candidato de los grupos de izquierda en el próximo año.
Sebastián Piñera, el hombre de la derecha que presidió Chile de 2010 a 2014, todavía no ha dicho nada, salvo que sí considera la posibilidad de ser candidato, lo que resolverá en marzo de 2017.
Los conocedores de la política chilena aseguran que la carrera final serán entre ellos.
En la interna, Lagos (78), aparentemente tiene más enemigos que Piñera (66).
También la senadora Isabel Allende (71), hija del derrocado presidente Salvador Allende, y el exsecretario general de la OEA José Miguel Insulza (73), aspiran a ser los candidatos de la izquierda. Como se ve, pocas caras nuevas y nadie muy joven. (Si Lagos fuera el electo asumiría la Presidencia con 80 años).
¿A qué se debe este retorno a los clásicos, a los probados? ¿No hay figuras nuevas?
Según los expertos, hay una crisis de liderazgo, y de ahí estos “ resurgimientos”.
Lo que ocurre, y esta es otra noticia, es que los chilenos sufren un “crisis de confianza en el sector político”. Y no se trata de desconformidad con el actual gobierno, aunque ciertamente la imagen del Bachelet está muy baja con solo un 15 % de aceptación.
El problema es mayor: siete de cada diez chilenos dicen que no irán a votar en las elecciones municipales de octubre de este año, según una reciente encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP).
Hay cosas peores, aún: un 80 % de los chilenos opinan que la gran mayoría de los políticos son corruptos. Concretamente, un 30% dice que son “bastantes” los políticos que han estado involucrados en casos de corrupción, mientras que un 50 % cree que “todos” los políticos lo han estado.
Asimismo, casi la mitad de los ciudadanos (48 %) piensan que la situación económica es mala y muchos más, 68 %, califican de mala y muy mala la situación política, según esta encuesta del CEP.
Ese temor y pesimismo que se recoge en el sondeo es el fundamento para hablar de una crisis de liderazgo, que abre puertas a determinados líderes que se daban por ”retirados”. Ello no implica que responda a un reclamo popular explícito.
La misma encuesta indica que un 57 % de los chilenos, hoy por hoy, no se identifica con ningún sector ni líder en concreto. No saben que van a hacer en 2017.
En elecciones pasadas a esta altura ya se perfilaban tanto Piñera como Bachelet.
Si los candidatos son Piñera y Lagos, Chile será noticia y tiene asegurado más de un titular . Será un carrera emocionante, difícil de adivinar quién ganará.
“Quizás lo decidan por penales- me dijo con cierta ironía un colega argentino- pues en eso los chilenos son expertos; son bicampeones de América, pero, mal que le pese al señor Vidal, nunca ganaron, lo que se dice ganar, ganar, una final“.