Plena conciencia

Plena conciencia

Plena conciencia

Franklin Puello

Nuevamente el país está expuesto a la amenaza de una variante del Covid-19, que se presenta con menor daño, pero es altamente más contagiosa, de acuerdo a los informes de autoridades calificadas.

También el mundo sufre el peligro de la variante Ómicron, provocando la suspensión de miles de vuelos en los aeropuertos y que en muchos países se tengan que retomar restricciones para prevenir y enfrentar su propagación más allá de lo prudente.

La situación generada por el Covid-19 ha obligado a que las autoridades de varios países tuvieran que proceder a una tercera y hasta cuarta vacuna de refuerzo, con una combinación de antídotos para lograr mayor efectividad.
Sin embargo, lo más prudente es, y ha sido, el cumplimiento de los protocolos delineados por la Organización Mundial de la Salud, referentes al uso de las mascarillas y del obligatorio distanciamiento físico, ya que solo así se puede evitar la propagación del virus.

Las autoridades dominicanas deben reasumir el liderazgo y su influencia en la población para despertar la confianza en cuanto a la necesidad de la vacunación, ya que el problema constituye un tema de salud nacional y nadie puede verse en la libertad de inocularse o no, porque el asunto del Covid-19 se ha constituido en algo de emergencia mundial por la peligrosidad para la salud y su impacto negativo en las economías globales.

Es una irresponsabilidad observar que ciudadanos desoigan las previsiones en lugares públicos y privados cuando existe el peligro de una mayor propagación de la variante Ómicron y cuando aún no se ha llegado a la cantidad de vacunados prudente para que el país pueda sentirse liberado de cualquier amenaza de la pandemia.
El Gobierno no solo debe centrar la estrategia en el tema de la vacunación –hay muchos centros con poca presencia de ciudadanos-, sino que hay que reforzar la supervisión y la vigilancia en los establecimientos públicos y privados para exigir los protocolos, y así evitar que la pandemia continúe provocando estragos en la población y en el mundo.
La falta de conciencia ciudadana es visible en cualquier recorrido que se realice por lugares públicos, como los casos de la avenida España, en el municipio Santo Domingo Este, y en el malecón de Santo Domingo, donde son frecuentes los aglomeramientos de personas sin ningún respeto o cumplimiento de los protocolos, inclusive se observa a niños en plena exposición al peligro de posibles contagios del coronavirus.

La s autoridades sanitarias han incumplido su misión de obligar a los ciudadanos a cumplir con los requisitos, por cuya razón la gente cree que el país ha superado la amenaza de la pandemia, lo que ha quedado más que evidenciado ante el nuevo rebrote causado por la variante Ómicron.

Me preocupa cada vez que el Ministerio de Salud Pública minimiza el impacto de cualquier variante, como lo hizo con el caso de Delta y Ómicron, con el argumento de que hay pleno dominio de las derivaciones posibles y que la población está supuestamente sobreguardada, pero los hechos evidencian irresponsabilidad en cuanto a la aplicación efectiva de los protocolos.

Si bien el país ha desplegado toda una jornada de vacunación con total responsabilidad del Gobierno en las gestiones oportunas para la adquisición de los antídosis, también es bueno resaltar que ha existido mucho descuido en cuanto a la motivación más efectiva para que la ciudadanía tome conciencia de la urgencia sanitaria en torno a la vacunación las veces que sean necesarias y así lo exija cualquier amenaza por causa de cualquier variante derivada del Covid-19.

No existe una real campaña en los medios de comunicación ni en las instituciones públicas y privadas para que la población asuma con mayor responsabilidad el peligro que acecha al país por la pandemia.

Solamente se advierte que los efectos de la variante Ómicron resultan menos letales y se deja al libre albedrío para acudir a los centros de inoculación.

No hablo de obligar a nadie con medidas dictatoriales ni amenazantes, sino despertar la conciencia sobre que el país está expuesto a un peligro sanitario y que existen los mecanismos más idóneos para salvaguardar la integridad mediante un adecuado proceso de vacunación que está garantizado por el Gobierno.
Solo así se logrará el éxito. De lo contrario, seguiremos en la chercha de siempre.