Senabri Silvestre 
BOCA CHICA.-Ningún fenómeno natural ni social había provocado en la playa de Boca Chica la desolación que ha dejado el COVID-19, ya que el miedo a su propagación ha hecho que los visitantes de este balneario brillarán por su ausencia.
La típica escena de cientos de bañistas nacionales y extranjeros que vienen aquí a refrescarse, pasar un buen rato y disfrutar de distintos deportes acuáticos no se ve este domingo 22 de marzo, porque la población ha guardado la recomendación de evitar el contacto social para no infectarse con el virus.
Se podían contar con los dedos de la mano los pocos bañistas que acudieron hoy al famoso balneario, dejando un panorama desierto y «nunca antes visto» , a juzgar por el testimonio de dos de los 72 vendedores de mariscos que buscaba desesperadamente a quien venderle un plato para conseguir el sustento del día.
«Yo he podido venderle ni un solo plato hoy, pero estoy, yo nunca había visto lo que está pasando aquí», dijo Nelson Belliars, un vendedor de mariscos que lleva 41 años dedicándose a esa labor en la playa.
Uno de sus compañeros, solo identificado como «Lorenzo», manifestó a El Día que las medidas adoptadas por el Gobierno para evitar la propagación del Covid-19 son positivos, pero debió darle dinero a los pobres para que tengan de qué comer.
«El gobierno debió de darle una compra a uno para que uno se quede en su casa comiendo estos 25 días. Si no tememos que comer, tenemos que venir a trabajar», expresó.
Esto ha hecho que la mayoría de los más de 500 vendedores fijos y ambulantes que brinda aquí los servicio de venta de pescado frito, tostones, mariscos, bebidas y artesanía se quedarán en sus casas, ya que no hay clientes a quienes venderles.
