Pisando el freno

Pisando el freno

Pisando el freno

Lady Reyes, directora de Encuentros Interactivos.

Cuando era pequeña mi escondite preferido era mi mente. Dormida nunca soñaba, pero despierta era otra realidad… tejía cada telaraña de posibilidades y armaba mundos de realidades y fantasías.

Aunque retraída y hermética, fui eligiendo las creencias y manías que alimentaron mi carácter… algunos aciertos, otros no tanto, que han dado forma a la persona -mujer, madre, hija, profesional y amiga- que hoy escribe estas líneas.

Mirando a mi alrededor, muchas veces pienso que soy un bicho raro. Sí, como leen, un bicho raro que no entiende porqué “la palabra empeñada” ya no es motivo de confianza ni sello de credibilidad. Y me pregunto, ¿por qué los padres se han olvidado de forjar este valor en sus hijos?, ¿por qué nos hemos dejado engatusar por el bombardeo excesivo y dirigido de conductas reprobables? y ¿por qué no dejamos de sentir y pensar como ovejas para tomar decisiones con la inteligencia y determinación de los lobos?

Observo a mi alrededor y lamento ver a tantas personas de “doble cara” que bailan al son del Señor Dinero o del Señor Poder, esos gusanillos que se han adueñado de tantas conciencias, manipulando con destreza la pobreza e ignorancia de una mayoría marcada y guiada por la ausencia de sus derechos más básicos: alimentación, salud, educación y seguridad… donde ha anidado el miedo de manera permanente.

Y, aunque se nos ha enseñado -por lo menos yo lo aprendí así- que la honestidad es, como dijo Zig Siglar, una de las piedras angulares para un éxito equilibrado, junto a la integridad, fe, amor y lealtad, esta enseñanza no ha llegado con la misma fuerza a las nuevas generaciones porque muchos de sus predecesores muestran -con descaro- cómo la antítesis de estos ideales no tiene ninguna penalidad ni consecuencia, por el contrario, es reconocida y validada. La vergüenza ha salido de paseo en un viaje sin retorno.

El panorama no es halagüeño. Los últimos acontecimientos así lo han dejado claro. Como sociedad estamos a pasos de una caída sin retorno si no empezamos a tomar decisiones rápidas y pisar el freno… porque, nuestro pueblo, como dijo Juan Pablo Duarte, “a pesar de sus defectos, tiene cualidades que lo convierten en un gran pueblo, que gobernándose con acierto puede llegar a ser el dueño de su propio destino”.



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