Todo gobierno necesita una oposición leal, comprometida con objetivos básicos del bien común.
No es sólo una guerrilla incesante como la de la Plaza de la Bandera, por “independientes”, casi todos hoy premiados con sendos decretos o contratos.
Es fácil dedicarse deportivamente a criticar cuanto hagan las autoridades para soliviantar a la ciudadanía. Pero también es injusto.
Por ejemplo, veo el alud de críticas en las redes sociales al simpático invento de llevar familias a los jardines del Palacio Nacional para hacer picnics.
Son comidas al aire libre en entornos escénicos, costumbre popularizada en Europa tras la revolución francesa por aristócratas que huían de la guillotina, y en Francia por gente común que por primera vez podía entrar a parques antiguamente privados. Aquí las escenas fueron dignas de un retrato por Manet.
¿Cómo oponerse a tan linda idea? Lo curioso es que, aparte de sus polémicas declaraciones recién asumió el cargo hace casi un año, esta sea aparentemente la obra cumbre de la viceministra Administrativa de Innovación, Transparencia y Atención Ciudadana.