Como se sabe, el petróleo es un combustible fósil no renovable que por sus múltiples usos es también conocido como “oro negro”.
Actualmente la demanda es enorme. Todos los países del mundo, grandes y pequeños, lo necesitan para lograr un desarrollo sostenido y para cumplir con las obras y servicios públicos que requieren los ciudadanos de cada país.
Debido al volumen de la compra, la factura petrolera se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para los países que no lo producen.
De ahí que conseguir el barril de petróleo a un precio inferior al que prevalece en el mercado internacional es una oportunidad que ningún gobierno puede rehusar. Y si a ese precio le agregamos un cómodo financiamiento a largo plazo, sería algo así como encontrarse con la gallina de los huevos de oro.
Nuestro vecino Venezuela ha sido agraciado por la naturaleza con grandes yacimientos petrolíferos, los cuales vienen explotándose desde hace poco mas de un siglo. Su cercanía a los demás países latinoamericanos hace que el negocio petrolero con ese país sea muy conveniente.
En el año 2005 el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez concibió un proyecto denominado PetroCaribe con la finalidad de venderles petróleo a muy buen precio, con financiamiento incluido, a 18 países de Centroamérica y el Caribe, incluyendo a nuestro país.
En apariencia todo iba marchando bien, hasta que comenzaron a salir a flote las verdaderas intenciones de Chávez y su programa petrolero.
Cuando los altos precios del barril de petróleo comenzaron a desplomarse para situarse a niveles que hacía años que no se veían, esto les ha causado serios trastornos económicos a los países productores, que han visto mermar sus entradas por la exportación de ese producto.
Y uno de los más perjudicados ha sido precisamente Venezuela, país que importaba cerca del 80 % de los productos que demandan los consumidores venezolanos y todo eso se derrumbó en paralelo con la caída de los precios del crudo, lo que unido a la incapacidad del gobierno venezolano para manejar esta crisis, ese país está pasando por una situación tan complicada que, según las encuestas, algo más del 70 % de la población le ha dado la espalda al presidente Maduro, lo cual quedó evidenciado por los desastrosos resultados de las elecciones legislativas de noviembre del año pasado.
Así las cosas, la nueva Asamblea Nacional de Venezuela, elegida en esas elecciones, ha estado promoviendo la celebración de un referendo revocatorio, mediante el cual el pueblo venezolano decidiría soberanamente si quiere que el presidente Maduro continúe al frente del gobierno de ese país o debe ser cesado del cargo.
Pero resulta que Maduro está aferrado al poder con uña y diente, como si Venezuela fuera de su propiedad, y dice que no habrá ningún revocatorio, a pesar de que es una figura jurídica que aparece en la constitución de ese país.
La oposición ha llevado el caso a la OEA, en la cual ahora Maduro dice que no cree, solicitándole al secretario general de esa institución, Luis Almagro, que active la llamada Carta Democrática para ser aplicada a Venezuela y expulsarla de ese organismo si ha lugar.
Los ánimos están tan caldeados que Maduro llamó “traidor” a Almagro y este ripostó llamando a Maduro “dictadorzuelo”.
Con respecto a la posible activación de la Carta Democrática contra Venezuela, yo había contado los países integrantes de la OEA que probablemente votarían a favor de su activación.
En este conteo estaba incluido nuestro país, pero para mi sorpresa, el Gobierno dominicano votó en contra de esa activación.
Es decir, para nuestro gobierno las cosas que están sucediendo en Venezuela en el orden democrático son insignificantes y no ameritan la activación de la Carta Democrática.
Esta reacción de nuestras autoridades está sazonada con un ingrediente obvio: PetroCaribe. Y me pregunto: ¿es democrático un gobierno autocrático como el que hay actualmente en Venezuela solo porque fue elegido por el pueblo?
¿Por qué Maduro le tiene tanto miedo a un referendo revocatorio de su mandato si él dice que tiene pleno respaldo del pueblo venezolano?
¿A quién va dirigido PetroCaribe, a los gobiernos o a los pueblos? Si va dirigido a los pueblos este programa sería una bendición, pero si va dirigido solo a los gobiernos leales a Maduro eso sería una maldición e implicaría un soborno indirecto con olor a petróleo para comprar lealtades.
Si para el Gobierno dominicano lo que hay en Venezuela es una democracia, entonces no me sorprende que la consigna del PLD sea: “El poder es para usarlo”; de acuerdo, pero ¿usarlo para avasallar o para fortalecer nuestra democracia?
Otra frase que es una perla la dijo nuestro presidente-candidato a la reelección en la pasada campaña electoral: “No fraccionen el voto porque quiero mi Congreso”. Pero ¿no querrá también su Junta Central Electoral, su Tribunal Superior Electoral, su Cámara de Cuentas y otras exquisiteces?
Como en política “hay cosas que se ven y otras que no se ven”, con ese apoyo a Maduro, quizás el gobierno dominicano ha hecho lo políticamente correcto, pero querer ser demócrata y antidemócrata al mismo tiempo puede tener sus consecuencias negativas.
Por lo que veo, el oro negro que nos envía Venezuela a través de PetroCaribe es veneno que podría oscurecer el color de la ya gris democracia dominicana.