Recuerdo, como si fuera hoy, cuando Grecia estaba atravesando una de las crisis económicas más profundas de toda la UE y en el centro de esa crisis estaba la pesada deuda externa (160% de su PBI) contraída de manera irresponsable por gobiernos neoliberales durante mucho tiempo.
También recuerdo que por ser un miembro de la UE y tener al Euro como moneda oficial, no podía usar el mecanismo de la devaluación para hacer sus exportaciones más competitivas, ni que mencionar el uso de las reservas porque sencillamente estaban agotadas.
Grecia había caído en una trampa neoliberal (crisis del Euro) por lo que la Troika (FMI, BCE, CU) recomendó un rescate financiero el cual debía ir acompañado de drásticos ajustes fiscales (recortes de sueldos, salarios, disminución de pensiones y prolongación de la edad de retiro etc ) incluyendo un programa de venta de activos públicos (privatizaciones) por 50 MM dólares. No hay que recordar lo que estos “ajustes” provocaron en la economía Griega y que en la actualidad aún repercuten.
Aunque la crisis dominicana y la de Grecia no tienen los mismos orígenes y causales, ni tampoco son comparables en grado de profundidad en que se presenta en ambas economías, he traído este relato de la crisis Griega a colación para mover el sentimiento patriótico ante los novedosos “cantos de sirena” que, como nubarrones, se ciernen sobre el país, provenientes de los sempiternos e insaciables sectores corporativos y a su tecnoestructura de apoyo, que no desperdician nunca una oportunidad como esta para pescar en río revuelto.
En un artículo del economista José Luis de Ramón publicado recientemente en la prensa nacional bajo el título “Hacia la recuperación post COVID (i) Venta de Activos Públicos” se trata de persuadir a la opinión pública, usando un razonamiento contable, de las «bondades» de la privatización del parque de generación eléctrico, propiedad del Estado, o sea, del pueblo dominicano, sin ninguna otra justificación que la de el déficit de divisas, que según él, se avecina.
Anteriormente la apología neoliberal sobre las privatizaciones se centraba en el conveniente argumento de que el Estado era un “mal administrador” y que por lo tanto debe ser el sector privado, que se supone más eficiente, el que posea la propiedad y la administración de los bienes públicos, tanto los estrictamente productivos como los propios servicios sociales, incluyendo el suministro de agua, los servicios de salud y educación etc. hasta los recursos estratégicos del país como la energía, recursos naturales no renovables, puertos y aeropuertos.
A sabiendas de los experimentos fallidos de privatizaciones en el país y en todo el mundo (Instituciones como el Ministerio de Obras Públicas y La CAASD, por mencionar solo dos, han sido privatizados sus servicios sin hacer mucho ruido, desde hace mucho tiempo, lo que ha dado paso a una corrupta asociación con empresas privadas en el otorgamiento, realizacion y supervision de las obras), se vuelven a oír las campanas que anuncian desastres económicos y que claman porque nos anticipemos en despojar al Estado de los pocos activos que le restan después de la primera ola privatizadora que encabezó el Dr Leonel Fernández en su primer mandato presidencial.
Sin embargo, lo que estos nuevos profetas del neoliberalismo nunca propondrán, no importa la magnitud de la crisis, es poner impuestos a las grandes fortunas, o a los depósitos en el extranjero de los poderosos, a los altísimos salarios y pensiones y mucho menos a las exorbitantes ganancias parasitarias de las AFP y las ARS, pero tampoco, salvo excepciones, eliminar los enormes gastos superfluos de que disfrutan sus socios del gobierno dominicano. Estos temas no son mencionados en ninguna parte del citado artículo.
Ante la escasez de divisas que se proyecta en el corto y mediano plazo en el mercado cambiario (no hay que ser un genio en matemáticas para entenderlo), y no teniendo un nivel de deuda (61% del PIB según proyecciones FMI) desastroso como el de Grecia en 2015, y además con un nivel de reservas aceptable, preferimos mil veces que, de no aplicarse estas últimas medidas, se recurra a estas reservas del BC ya que al fin y al cabo son recuperables en el tiempo, no así los activos del pueblo dominicanos que serian enajenados de manera irreversible.