Por: Daris Javier Cuevas
Como se sabe, desde inicio del año 2020 a escala planetaria se ha enfrentado la pandemia del COVID-19, lo cual ha implicado el cierre transitorio de la generalidad de las actividades económicas, fruto de las diversas medidas de confinamiento orientadas a contrarrestar la transmisión del virus, por consiguiente, reducir las pérdidas existencial de seres humanos.
La propagación del COVID-19 incluyó a la Republica dominicana de una manera tal que en diez meses las instancias gubernamentales no han logrado frenar la tasa de contagio ni la curva de letalidad, evidenciándose así la fragilidad del modelo sanitario predominante en el País.
La crisis sanitaria ha impactado de una manera tan contundente que ha asfixiado a los diferentes sectores de la economía dominicana, de tal magnitud que el primer semestre del 2020 la caída de la economía se produjo por el orden de -8,5% representando la contracción más fuerte posterior a la década de los sesenta.
Para el segundo semestre del año, la economía dominicana no logró superar las causales que generaron el malestar que afectaba el semestre anterior, y más bien lo ocurrido es que se profundizó de una manera tal que el cierre del 2020 fue una contracción total de 5,5%, sellando de esta manera la interrupción de un patrón de crecimiento promedio del 5,1% en las últimas cuatro décadas.
Previo a la aparición del COVID-19, la economía dominicana mostraba que su patrón de crecimiento podría preservarse, aunque se produjera un cambio de autoridades, partiendo del hecho de que la tendencia cíclica no presentaba un escenario de preocupación ya que así se perfilaba el nivel potencial desde inicio de año.
No obstante, las medidas adoptadas ante la inesperada presencia viral fueron muy desfavorable al dinamismo económico, lo que en la práctica se tradujo de en un freno para la actividad económica por la neutralización de los diversos sectores productivos que se expresó en una estocada mortal para la preservación del empleo, los ingresos y las recaudaciones.
Hay que poner de relieve que la economía dominicana entró a la crisis sanitaria con un alto nivel de endeudamiento que se aceleró con la frecuencia de emisión de bonos soberano durante el periodo 2018(diciembre)-2019(noviembre) cuando la deuda consolidada por este concepto registró un incremento de un 14,1%.
En adicion, la emisión de deuda soberana en los mercados financieros internacionales ocupaba el componente más importante del financiamiento externo, alcanzando un 54.2% del financiamiento externo global, implicando tal comportamiento un cambio radical en el perfil de la deuda publica dominicana y una señal de indisciplina fiscal.
El giro que se ha dado al financiamiento externo, mediante la emisión de deuda soberana, ha sido tan dinámico que el 2020 fue inaugurado con una emisión de bonos por el orden de US$2,500 millones para el mes de enero y de US$3,800 en el mes de septiembre, cifras que explican en una alta proporción que el riesgo país se ha venido deteriorando durante el periodo 2019-2020 de una manera aterradora que supera el de América latina.
Tan preocupante es este deterioro que en el marco de la pandemia se ha profundizado de tal magnitud que las remesas familiares se han convertido en la principal atenuante para frenar el naufragio de la economía dominicana.
El año 2020 quedará registrado como el más trágico en la historia económica dominicana de los últimos cincuenta años y donde las medidas de política económica no surtieron los efectos que conciben los fundamentos económicos.
Fruto de tal situación, la economía dominicana ha entrado a un año 2021 lleno de incertidumbre, desesperanza y frustraciones ya que la crisis sanitaria continua en desarrollo sin una precisión de su final y mientras esta no sea neutralizada no se puede hablar de recuperación ni reactivación de la economía.
Cuando se observan las cifras que se producen en el mapa del país, lo único que se visualiza es una consistencia de la positividad y la tasa de letalidad, lo que obliga a reorientar las herramientas y decisiones de las autoridades para enfrentar el flagelo del COVID-19 ya que este es el peor obstáculo de la economía en la actual coyuntura.
Es por tal razón que las perspectivas de la economía dominicana estarán en función de la desaceleración de la crisis sanitaria y si esta no presenta evidencias desactivadoras en lo inmediato, estaríamos presenciando un desempeño decepcionante de la economía en el primer semestre del presente 2021.