Hoy he querido compartir desde Conflictos y Mediaciones sobre lo que a mi humilde entender son personas que han ofrecido sus talentos para servir y no servirse.
Servir no es solo dejarse ver, claro que no, es estar al lado de la persona necesitada. Hoy hay que hablar de un hombre de pensamiento profundo. De pensamiento con acciones, de pensamiento concreto, de pensamiento con proyectos, de pensamiento religioso, de pensamiento amplio de las personas menores de edad.
Estamos hablando del sacerdote, del servidor, del ejemplar hombre de fe. De aquel hombre humilde, sencillo y comprometido con las mejores causas del país. Cuando hablamos de juventud el primer pensamiento que le hace llegar a cualquier ciudadano es de un hombre entregado las 24 horas a la fe de Jesús resucitado y por ende de la juventud.
Le escribo sobre Luis Rosario, sacerdote salesiano que por más de tres décadas está al servicio de las más pobres, de los humildes, de los muchachos y muchachas callejeros, aquellos que han sido dejados por sus padres y por el propio Estado en la calle.
Luis es un hombre íntegro. Que nunca estuvo detrás de un cargo dentro de la iglesia católica. Que nunca en su congregación ocupo ni la de vocal. Siempre se ve desde el mismo como un servidor, como uno más dentro de la comunidad Salesiana y parroquial.
Luis Rosario, el educador, el profesional de derecho, el sacerdote no es más que diacono de los demás. Él es solo el. No existe otro parecido a él.
Por Luis Rosario existen miles de jóvenes y adultos buenos y honrados en la República Dominicana.
Su oficio básico ha sido y serás hasta su muerte el sacerdocio. Su definición es ser servidor de los demás.
Luis Rosario estoy orgulloso de ti. Como yo existen miles de ciudadanos que están orgullosos de ti.
Tu ha sido el mejor ejemplo para los y las futuro/as religioso/as. Eres Luis el sacerdote que soñé y que esperan en esta nación en crisis en valores.
Luis, marcaste a cada persona que tocaste, hablaste, bendecirte, que abrazaste, que sonreíste; en fin, lo lograste amigo Luis. Siempre he admirado tu proceder, tu ser, tu persona. Eres el mejor amigo que he tenido. Bendito seas Luis. Deseo tener muchos Luis Rosario como tú.