Que la Internet sustituya como medios ideales a impresos, radios y televisiones, para el periodismo tradicional y la comunicación social, confunde a principiantes y veteranos. Algunos arguyen que cambiar de envase afecta su contenido.

El formato digital como soporte jamás debe excusar que un “nuevo periodismo” se desligue de valores fundamentales del oficio. Hablo, por supuesto, del periodismo en sociedades democráticas donde la función del medio es publicar, para consumidores de noticias o análisis, los datos, hechos o situaciones que interesan, porque hay decisiones que es mejor tomarlas estando informado.

La antigua fórmula del qué, quién, cuándo, dónde, cómo y por qué, jamás podrá ser suplantada por babosadas que dejan al ciudadano sin datos confiables que orienten sus decisiones.

La suma de ellas constituye esa “mano invisible” que guía los mercados, sean de víveres o de votos. Informar y opinar, pues, éticamente y con criterio, aún vía medios digitales, supone que periodistas, editores, directores, productores y comunicadores, tengan claro para quién trabajan: el público. Olvidarlo es la raíz de muchos desmadres…