Cuando escuchamos las palabras “tristeza y preocupación” levantamos las defensas como primera reacción, seguido por el miedo de sentirnos vulnerables. Estas dos palabras son sinónimo de problemas, dificultad o perdida. Sentimos temor de sentirlas y dejarlas entrar a nuestra casa.
Es importante que entendamos que las emociones son una parte normal e importante de nuestras vidas. Algunas serán positivas, como la felicidad, alegría, entusiasmo, gratitud y amor. Otras serán negativas como la tristeza, enfado, soledad, miedo y rechazo. Estas últimas pueden ser difíciles y, por momentos, dolorosas.
Dicho esto, tal vez se sorprendan por el título de esta columna, pues una reacción natural es no darle cabida a nada que nos perturbe. Sin embargo, en estos tiempos estamos experimentando todo tipo de emociones negativas, desde la preocupación por una situación sanitaria que escapa de nuestro control y el miedo de enfermarnos, hasta la tristeza por la pérdida de seres queridos o conocidos.
Es imposible evitar las emociones negativas, porque estamos en el ojo del huracán, viviendo en pánico y con temor, alejándonos de la familia y amigos, adaptándonos y aprendiendo una nueva forma de actuar con aislamiento físico incluido y saliendo de casa sólo si es necesario.
Como resultado, vivimos en un estrés permanente, aún sin darnos cuenta. Por eso es importante que seamos conscientes de las emociones que nos provocan la situación actual para poder trabajarlas y poder superarlas.
Date el permiso de sentir preocupación y tristeza, es lo normal, pero no te quedes estancado en estas emociones. Acepta, toma y deja y sigue avanzando. Si no puedes solo, busca ayuda.