El escudo de Argentina sobre una página en blanco anuncia, desde la madrugada del lunes, que el sitio web de la agencia pública de noticias Télam está en «reconstrucción».
La noche del domingo, una decena de efectivos de la policía rodearon y clausuraron con vallas los dos edificios donde funciona la redacción de la agencia estatal más grande de América Latina.
En la mañana del lunes, los periodistas se despertaron con la noticia.
La suspensión del medio había sido acompañada por el envío por email de un mensaje dirigido a los 770 empleados de la empresa por parte del interventor de los medios públicos, Diego Chaher.
Los correos que llegaron a las casillas personales de los periodistas informaban de la «dispensa laboral» por siete días de todos los empleados de Télam.
Final de Recomendamos
«Me desperté con la noticia. Me tomó por sorpresa. No la esperaba», le dice a BBC Mundo con la voz quebrada una de las periodistas de la agencia noticias que prefiere no dar su nombre.
La noche anterior, esta periodista se había ido a dormir sabiendo que la policía había cercado el lugar. Pero pensó que era una medida para contener una manifestación convocada para el lunes pasado en las puertas del edificio de la calle Bolívar, en Buenos Aires.
«Pero a la mañana me enteré que no habían dejado pasar a nadie, que habían enviado el correo y que habíamos quedado todos suspendidos por una semana», dice.
Los periodistas que estaban de guardia el domingo decidieron pasar la noche en la redacción, llamar a sus delegados sindicales y dejar el edificio en las primeras horas del lunes.
Desde ese momento, ningún periodista ha vuelto a pisar la redacción.
«Es un ataque a la libertad de expresión inédito en Argentina. En las últimas décadas, no hemos visto nada igual», le dice a BBC Mundo Tomás Eliaschev, delegado sindical de Télam.
«Actuaron de manera subrepticia, en horas de la noche, cambiando claves de acceso. Lo hicieron de manera violenta, innecesaria y desproporcionada. Nosotros siempre estuvimos abiertos al diálogo», dice Eliaschev.
La decisión llegó dos días después del anuncio del presidente Javier Milei de cerrar Télam, una agencia de casi 80 años de historia, por considerarla un derroche de recursos y «propaganda kirchnerista».
«Vamos a cerrar la agencia Télam, que ha sido utilizado durante las últimas décadas como agencia de propaganda kirchnerista», dijo Milei el viernes pasado.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, anunció que esta semana se dará a conocer el «plan que está diseñando el gobierno» para la Télam y el «destino de cada uno de los empleados».
«Esta decisión no tiene nada que ver con el pluralismo de la información ni con cuestiones vinculadas a la libertad de prensa. Esto es cumplir con lo que el presidente prometió en campaña», dijo Adorni en referencia a los dichos del Milei sobre la privatización de los medios públicos.
Las críticas a Télam
La noche del viernes, Télam tuvo que informar la noticia de su propio cierre. «Milei anunció el cierre de la agencia pública de noticias Télam», tituló la agencia.
«Es una noticia que nadie quiere escribir. No ha sido fácil. Pero muchas otras noticias son horribles y nosotros tenemos que enviarlas igual», le dice a BBC Mundo uno de los dos periodistas encargados de redactar y publicar la información.
«La noticia tuvo un tratamiento estrictamente profesional. Es un cable informativo donde dice qué anunció el presidente», dice el periodista con una larga trayectoria en el medio, que ha pasado por distintas agencias de noticias.
Las personas consultadas resaltan que la sorpresa llegó mientras trabajan en la cobertura del primer discurso de Javier Milei ante el Congreso. Ninguno de los periodistas consultados esperaban que el presidente le dedicara a Télam unas líneas de su discurso.
El gobierno argumenta que el cierre se debe a la ausencia de imparcialidad en la agencia y a la influencia de la política en la misma, sobre todo, de las anteriores gestiones peronistas.
Para los periodistas de Télam, la critica es «reduccionista».
«Télam es previa a la creación del kirchnerismo. Va mucho más allá», dice Eliaschev, quien asegura que si el nuevo gobierno no está de acuerdo con el funcionamiento de la agencia debería invitar a un diálogo para avanzar en una reforma en lugar de anunciar su cierre.
También desde Casa Rosada dicen que mantener una agencia pública implica un derroche de recursos públicos que el país, en medio de la profunda crisis económica como la actual, no puede sostener.
«Télam tenía pérdidas en torno a los 20.000 millones de pesos (unos US$23 millones)«, dijo el vocero presidencial este lunes.
La expresidenta de la agencia, Bernarda Llorente, quien renunció en diciembre pasado con el cambio de gobierno, dice que esos números no se sostienen.
«No sé de dónde sacan esos números. Es una cifra sin fundamentos. Télam es una empresa que genera recursos en tanto agencia de noticias, vende sus contenidos como cualquier agencia del mundo», le dice Llorente a BBC Mundo.
Las agencias de noticias, públicas o privadas, producen contenido que funcionan como insumo para otros medios.
Las agencias públicas, en particular, tiene como finalidad actuar en pos del interés común y proveer una producción de contenidos imparciales, de alta calidad y distintivos.
Las críticas a los medios públicos en Argentina no son nuevas.
Distintas administraciones han intentado cerrarlos o reducir su plantilla. Ya en 2018, el secretario de Medios Públicos de Mauricio Macri, Hernán Lombardi, ordenó el despido de 357 empleados en Télam.
«Nadie va a llorar por Télam», dijo el lunes por la noche Joaquín Morales Solá, un reconocido periodista del Grupo Clarín en su editorial.
«Télam no era una agencia de información del Estado. Era una agencia que informaba de las cosas que el kirchnerismo quería que se informe con una cantidad de personal que no se justifica de ninguna manera», dijo.
Sin embargo, periodistas de distintos medios acreditados en la Casa Rosada manifestaron su solidaridad con los periodistas de Télam.
«Por supuesto que la agencia puede ser más eficiente. Podemos pensar en mejorarla, pero no se trata de un tema de ahorros. El anuncio del cierre es ideológico, ellos mismos lo han planteado de esa manera», dice Eliaschev.
«Fue un espanto»
Otra de las periodistas afectadas por la medida que prefiere no dar su nombre se enteró de la noticia por las redes sociales.
Fue en la madrugada del lunes que vio el video en el que la policía vallaba la redacción a la que tenía que ir a trabajar al día siguiente.
«Fue un espanto. Es terrible ver a la policía cercando un medio un domingo de noche», dice.
«El vallado implica que la gente no esté, que no exista más, es como si quisieran borrarnos«, asegura, y agrega que van a mantener una acampada en la sede de Bolívar «para mostrar que existimos».
Milei dijo este martes que la medida responde a que «existía la posibilidad de conflicto físico». «Los que iban a hacer lío no eran los periodistas, hay 100 barrabravas en Télam», agregó el presidente argentino.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, celebró el domingo el cierre del medio con un mensaje en sus redes sociales: «Saluden a Télam, que se va», escribió en la red social X en el momento del anuncio del presidente.
«Somos 700 personas, 700 trabajadores, 700 familias de las que te reís. Yo en tu lugar sentiría pena, pero bueno burlarse desde el gobierno parece que es el modus operandis«, le respondió el periodista Carlos Aletto.
Para los periodistas de Télam el momento está marcado por la incertidumbre. Lo que pueda llegar a pasar con sus empleos y con el futuro de la agencia en los próximos días es una incógnita.
Para que se concrete el cierre, la propuesta de Milei deberá ser aprobada en el Congreso.
Desde el sindicato de prensa de Buenos Aires, Sipreba, aseguraron que hablarán con los distintos bloques parlamentarios para conseguir los apoyos necesarios para detener la medida.
«El cierre de Télam no sólo sería ilegal sino también ilegítimo. Se trataría de un ataque a todo el sistema de medios, público y privado, al pluralismo y al federalismo», dice el comunicado del sindicato.
Para los periodistas de la agencia, el eventual cierre de Télam se convirtió en una pelea «simbólica» de Javier Milei más que en una política de austeridad para reducir los gastos del Estado en tiempos de crisis.
«Para los trabajadores, el gobierno no invita al diálogo, solo actúa con agresión. Ellos quieren poder tirarle a las fieras algo con que festejar cada semana, ahora le tocó a Télam», dice Eliaschev.