“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.
François-Marie Arouet (Voltaire) no era periodista, pero con esa frase célebre escribió un canon para la libertad de expresión y el ejercicio del periodismo.
No pudiera ser mejor recordado en el caso que ocupa en estos días la opinión pública dominicana con repercusiones internacionales, relacionado con Amelia Deschamps, Roberto Cavada, Huchi Lora y Juan BolívarDíaz.
Como periodistas han ofrecido sus espacios a desconocidos y personalidades de distintas ramas de la sociedad dominicana que no concuerdan con sus valores, creencias ni filosofía de vida.
De esa manera asumen el respeto a una norma deontológica y su papel de gestores de la promoción y enseñanza de la tolerancia como elemento esencial del desarrollo de la nación.
Como ciudadanos comparten igualmente las inquietudes y reivindicaciones colectivas para construir un mundo más justo.
De ahí su implicación en luchas de índole local o global sobre temas tan diversos como: la paz, la democracia, los derechos humanos, la igualdad de género y la educación entre otros.
Su protagonismo cívico recién fue comprobado nueva vez, en los esfuerzos por lograr el 4% del Producto Interno Bruto (PIB) para la educación.
Es una manifestación del periodismo social o militante que se coloca, según las circunstancias, al lado de las mayorías, de las minorías sin voz o de los más vulnerables.
En ese marco, la complejidad de la cuestión migratoria a nivel internacional ha abierto otro campo temático al militantismo periodístico.
Todo bajo el entendimiento de que los inmigrantes son necesarios en los países de destino, aunque confronten en gran medida problemas serios para su integración social y política debido a su pobreza, origen, religión, cultura, o raza.
República Dominicana, como país de origen y de destino, no escapa a esa realidad. Sus expatriados son estigmatizados en algunos países en los cuales su presencia se inició por la trata y el tráfico de personas y otras actividades delictivas.
Como parte de los flujos migratorios internacionales igualmente han sido víctimas de la xenofobia.
Así, los primeros en acompañar a la comunidad dominicana en Madrid en 1992, ante el asesinato de Lucrecia Pérez, fueron los periodistas españoles, que dieron seguimiento al caso hasta que la justicia se pronunciara.
Desde esa trágica experiencia junto a los desafíos actuales, mantienen un rol activo por un espacio de mayor inclusión y de convivencia entre los nacionales y los inmigrantes.
En Puerto Rico la vida no es color de rosa para la mayoría indocumentada de los inmigrantes dominicanos. Las denuncias de discriminaciones y violaciones de los derechos humanos forman parte de su realidad de la cual ha hecho eco la prensa dominicana.
En cuanto a la inmigración, República Dominicana es el punto de mayor recepción de América Latina y el Caribe de nacionales haitianos. Tres factores explican esos flujos.
En primer lugar, es el único país de la región que ha incentivado esa migración laboral al firmar acuerdos de contratación con el gobierno haitiano.
Segundo, del uso intensivo de esa mano obra dependen hoy vitales campos de producción y de la economía local. Tercero, el tráfico de personas en la frontera, la cual, pese a ser vigilada por una unidad militar especializada, se ha convertido en un colador.
Entre otros, dichos factores constituyen el marco analítico para el periodismo de opinión que por las características de sus programas televisivos y de sus publicaciones magistralmente ejercen los periodistas citados.
Sus posiciones de fortalecimiento del Estado de derecho reflejan las de la mayoría sensata que repulsa las injusticias y los atropellos que sufren los compatriotas haitianos y sus descendientes como muchos emigrantes dominicanos.
Indudablemente, el relanzamiento con fuerza del antihaitianismo durante el proceso electoral 1994-96, nuevamente promovido por sectores conocidos con miras a 2016, ha creado en Haití y el extranjero una tremenda confusión que desvirtúa la dominicanidad con un alto costo en términos de imagen para el país.
Afortunadamente, su trabajo así como el de una pléyade de periodistas de diversos medios dominicanos que busca un manejo transparente del tema migratorio es la negación más impactante de que este querido pueblo hermano sea anti haitiano. Me comprometo a decirlo por el mundo.