Decía Marx, en el primer párrafo de “El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”, que los hechos de la historia aparecen dos veces: la primera como tragedia, y la segunda como farsa.
Esta frase, un axioma para los estudiosos de la Historia, me vino a la cabeza cuando hace unos días el vocero de la Policía Nacional anunció que esa institución retomaría el uso del “perfil sospechoso” para “depurar” personas que transiten en la calle.
Fue tragedia, porque la Policía Nacional tiene en su haber épocas oscuras en las que fue un instrumento de represión social y política, algo que con mucho esfuerzo de todos los dominicanos (incluyendo a los policías) poco a poco se ha ido superando.
Es farsa porque hoy, después de todo lo avanzado, y en el marco de una promesa de reforma policial integral, volvemos a estrategias abandonadas hace cerca de un cuarto de siglo y que sólo sirven para reproducir la violencia.
Y es que “perfil sospechoso” es una expresión que intenta, sin éxito, encubrir que son medidas que aplican a los ciudadanos que viven en los barrios marginados y, por tanto, no tienen otro efecto que criminalizar la pobreza. Es decir, que, ante el fracaso de sus políticas, la Policía Nacional pretende profundizar un enfoque demostradamente fallido.
Este tipo de políticas no hace otra cosa que crear incentivos perversos. Como el “perfil sospechoso” es independiente de los hechos o circunstancias que rodean ala persona, el policía que lo aplique no tiene que probar nada. Puede detener a quien entienda, lo que es, sin sorpresa para nadie, un incentivo al macuteo.
La Policía intentó recoger sus palabras, y dar explicaciones. Pero es tarde. La duda está sembrada sobre el destino que le espera a la Policía Nacional y, sobre todo, a la seguridad ciudadana.
Sobre todo, porque hay otras prácticas que están tomando auge otra vez: por ejemplo, los “intercambios de disparos” y la justificación por las “fichas” que supuestamente tienen estos ciudadanos.
Debemos entender, de una vez por todas, que somos una democracia, y que no podemos seguir repitiendo estos errores. Si la reforma policial va, que sea en serio.