CRACOVIA. — Coloridos grupos de jóvenes y alegres peregrinos de todo el mundo llenaban el miércoles las calles de Cracovia, en el sur de Polonia, apenas unas horas antes de que el papa Francisco llegara para sumarse a las celebraciones del Día Mundial de la Juventud, una cita católica multitudinaria.
Será la primera visita de Francisco a Polonia, un país de mayoría católica que sigue sintiéndose orgulloso de ser el país natal del fallecido Juan Pablo II, que sirvió como sacerdote y arzobispo en Cracovia antes de convertirse en papa.
El tono de expectación era evidente en la soleada Cracovia, decorada con banderas vaticanas amarillas y blancas y con una amplia presencia policial.
Se erigían escenarios y altares en varios lugares, para conciertos y otras presentaciones en honor a los peregrinos que estaban llegando a Cracovia.
También había una fuerte presencia de policías y otros agentes de seguridad por toda la ciudad, a medida que crecían las multitudes de espectadores.
Las previsiones meteorológicas apuntaban a posibles tormentas más tarde el miércoles. Unos 200.000 peregrinos asistieron el martes por la tarde a una misa inaugural.
Sin embargo también cundía cierto aire de tensión tras el asesinato el día anterior de un cura en Francia, y luego de los recientes ataques terroristas en Francia y Alemania.
Las autoridades polacas han dicho que han desplegado decenas de miles de agentes de seguridad para el evento, que culminará el domingo. “Quedó asombrada porque pareciera que esperaron hasta el Día Mundial de la Juventud para atacarnos a los católicos”, dijo Nounella Blanchedent, de 22 años y oriunda de Guadeloupe, una isla francesa en el Caribe.
“Eligieron un evento masivo para atraer más atención. Es una lástima porque lo único que queremos es estar juntos, cantar y alabar a Dios. Y ellos quieren impedir eso.
Es un desastre”. Blanchedent estaba entre los voluntarios que ayudaban a los responsables de seguridad y logística en la Iglesia de Santo Casimiro, donde se oficiaba una misa en francés para peregrinos que vinieron de Francia, Bélgica y otros países.
Para la ocasión se trajeron reliquias de la iglesia Santa María Magdalena en Francia para ser exhibidas en el altar. “Su presencia nos ayuda a concentrar nuestras plegarias y acercarnos a Dios”, dijo Blanchedent.