Los dominicanos, como casi todo el mundo, estamos atemorizados ante el peligro real que representa el coronavirus.
Es que los argumentos del Covid-19 son bastantes convincentes: 177 muertos y más de 3,200 afectados en 43 días. Se supone que ese balance mortal debería ser suficiente para disuadir al más incrédulo de los mortales.
Las estadísticas del Covid-19 a nivel global son las siguientes: 1,897,371 casos confirmados y un total de 118, 304 muertes. Y por muy paradójico que parezca, los países desarrollados son los más afectados.
Estados Unidos, primera economía mundial, encabeza la lista con 568, 176 casos, y 22,935 muertes. Les siguen España (169,496), Italia (159,516), Francia (137,873), Alemania (128,092) y Reino Unido (89,564). Todos estos países ya superaron a China en cantidad de casos y en número de muertos a causa de la enfermedad para el cual aún no existe tratamiento ni vacuna.
A simple vista queda al descubierto que algo anda mal en los sistemas de salud de los países más desarrollados.
Los países europeos y Estados Unidos tardaron demasiado en dar respuesta adecuada al coronavirus porque pusieron el interés económico por encima de la vida de la gente (lo cual parece absurdo), o bien porque subestimaron la amenaza y la vieron como algo lejano. Y ahí están los resultados.
No solo una estela de muerte cuyo final aún desconocemos, sino también la propia economía puesta de rodillas, prácticamente al borde de una recesión mundial.
Con todo lo que ello implica.
Según los pronósticos del Banco Mundial, los países de América Latina y El Caribe tendrán una caída de -4.6% fruto de los embastes del Covid-19 en las economías.
A República Dominicana “no le irá tan mal”, pero su crecimiento será igual a 0 (cero). Pero hay economistas que prevén un crecimiento negativo de -2%.
Semejante panorama económico debería ser suficiente para alarmarnos.
No obstante, aquí aplica la frase muy socorrida entre nosotros: lo material se puede recuperar, lo importante es la vida.
Efectivamente, si bien la debacle que dejará el coronavirus, nuestro país sabrá recuperarse y retomar su rumbo de crecimiento y estabilidad económica, para seguir echando hacia adelante, a pesar del esfuerzo de quienes nos gobiernan. Lo importante son las vidas que nos puede costar esa enfermedad.
Los médicos, los medios y las autoridades han insistido hasta la saciedad que para evitar la propagación del virus lo mejor es lavarse bien las manos con jabón, tanto como sea necesario, el uso de mascarillas cuando haya que salir a la calle, al supermercado, a la farmacia, etc.
Pero lo fundamental es el alejamiento social. En la medida de lo posible no salir de la casa. Excepto en caso de extrema necesidad.
Pero esta sugerencia parece que hay gente que no la entiende. El gobierno dispuso el toque de queda a partir de las 5 de la tarde, y esto también hay gente que lo desafía.
Hay numerosos videos que muestran a grupos de personas sin mascarillas, incluidas mujeres con niños, tomando cervezas, violando el toque de queda, como si estuvieran celebrando algo.
Y si seguimos así, tendremos coronavirus con nosotros para rato.
Más que valentía o falta de miedo, esa actitud demuestra su ignorancia sobre el peligro a que se exponen ellos y exponen a sus seres queridos. No hay nadie más temerario que un ignorante.
Definitivamente, la falta de conciencia es peor que el coronavirus.