Pensar y respetar

Pensar y respetar

Pensar y respetar

Ana Blanco

Hay muchas personas que presumen de ser sinceras. Normalmente se consideran por esta misma razón poseedoras de la verdad absoluta.

Algo que la experiencia me ha demostrado que no existe. Me gustan las personas que van de frente, lo admito, pero no que piensen que por hacerlo la otra persona no puede dar su opinión o tener un pensamiento diferente. Tendemos muchas veces a confundir sinceridad con respeto.

El hecho de que hables, compartas y opines no significa que los demás no tengan exactamente el mismo derecho. Aquí entran las personas que solo se escuchan a sí mismas, que les encanta opinar de todo y sobre todo tratar de convencer a los demás.

Vivimos en un mundo cada vez más polarizado en el que si estás de acuerdo conmigo, perfecto, sino, estás en contra de mí. Se habla mucho de respetar la diferencia, de ser tolerante, cuando muy pocas personas lo practican.
Creo firmemente en defender tus valores, en argumentos lógicos, en conversaciones que nutren.

Pero la mayoría de las veces llegan cuando lo haces con alguien que piensa diferente a ti, porque aquellos que piensan igual solo te van a apoyar, pero pocas veces te van a llevar a pensar.

Y ahí entra para mí lo más importante de estos días. Se nos está olvidando pensar, analizar, ser capaces de ver los diferentes ángulos de algo sin ser categóricos en todo.

Y así vemos como lo que antes podía ser un debate se convierte en insultos de una parte hacia la otra y viceversa.

Me preocupa mucho ver a los jóvenes que se proclaman sinceros, directos y defensores de sus criterios, pero incapaces de empatizar con los demás, de escuchar y sobre todo de respetar otras opiniones. Y me recuerda algo: tu libertad acaba cuando comienza la mía.