Pensando en alta voz

Pensando en alta voz

Pensando en alta voz

Carlos Salcedo

Los dominicanos -no solo los veganos- somos buenos todos. Pero el que lo seamos no nos convierte en entes útiles para lograr nuestros objetivos como nación.

El que los trinitarios, encabezados por nuestro patricio, hayan ideado y construido una nación, ¿nos asegura el desarrollo y garantiza los derechos fundamentales y la igualdad de oportunidades y de trato para todos?

El que vivamos deslumbrados por los grandes avances, la hiperconectividad y la tecnología, ¿abre las puertas para que tengamos los conocimientos de calidad que son imprescindibles para poder tomar, con conciencia, las decisiones más maduras que aseguren que en mayor medida podremos salir de nuestro tercermundismo?

Un celular inteligente, un televisor HD, una tableta o un computador tan moderno como el último no asegura el conocimiento que necesitamos para contribuir con lo que necesitamos como país para avanzar en nuestros propósitos.

Un medio parido por la posmodernidad digital, electrónica y tecnológica no es el desarrollo mismo. De hecho puede ser la excusa para limitarlo e impedirlo.

A veces confundimos las manifestaciones del desarrollo con lo que nos transforma como sujetos y motores del desarrollo que debemos ser para el país.

El que seamos una sociedad de mayor consumo podría ser una manifestación muchas veces de dispendio, de excesos, de apuesta de recursos para bienes insustanciales, efímeros, volátiles y artificiales.

En la medida que seamos capaces de tomar conciencia de que avanzamos sólo cuando las tecnologías y las ciencias fortalecen nuestras miradas para ser mejores y lograr mayores niveles de igualdad de derechos para todos, entonces podríamos estar cerca de reducir las grandes distancias que separan del desarrollo a quienes teniendo en sus manos los instrumentos tecnológicos y de comunicación permanecen en el subdesarrollo mental y su conciencia ciudadana es vecina del paleodesarrollo.

Nuestro progreso y lo que podemos alcanzar en términos de desarrollo depende más del cobro y del vidrio, de que lo somos y hacemos, ligado a nuestros compromisos ciudadanos con la justicia, la equidad y el aporte individual y colectivo por ser mejores, acompañados de nuestra solidaridad, en lugar del oro y el diamante con los que podemos ver las señales del desarrollo que muchas veces lo ocultan y ahogan.



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