Entre las organizaciones de izquierda y el doctor José Francisco Peña Gómez siempre existieron diferencias, pero jamás por eso el líder perredeísta se llenó de encono ni dejó de tratar con la consideración debida al movimiento revolucionario.
En las luchas antitrujillistas, luego contra el Triunvirato, y en los días aciagos de la guerra de abril de 1965. A Peña Gómez siempre pudo considerarse como aliado en la lucha por la democracia.
Después de la guerra, Juan Bosch se fue al extranjero, vino la persecución contra los militares y civiles constitucionalistas, y las organizaciones de izquierda. Peña siempre dijo presente cuando de pedir y dar solidaridad se trataba. Por eso mereció la gratitud de los familiares de las víctimas del balaguerismo.
El líder perredeísta fue más lejos aun cuando favoreció la cooperación política de su partido con el Movimiento Popular Dominicano, la organización más calumniada y golpeada de ese entonces. La dictadura de los doce años nunca se lo perdonó, y en varias ocasiones privó a Peña Gómez del derecho a la palabra por los medios de comunicación.
A partir del 1970, empezó a ser maltratado dentro de su propio partido, especialmente a causa de la línea de enfrentamiento resuelto al régimen y de acción conjunta con el MPD y el resto de la izquierda. Dividido que fue el partido blanco a fines de 1973, y roto el Bloque de la Dignidad Nacional que ese partido encabezaba, Peña Gómez tomó la dirección del PRD y lo condujo a la formación, el 28 de diciembre de ese mismo año, del Acuerdo de Santiago, con el MPD como parte del mismo.
El gobierno que, a punta de prisión, destierros y asesinatos había debilitado sensiblemente al MPD, se dispuso a rematar a su intransigente adversario.
Peña se mantuvo firme. Al inaugurar la convención perredeísta del 16 de febrero de 1974, con las cárceles repletas de prisioneros políticos, definió al MPD como: “… el partido del sufrimiento, el de Otto Morales, Amín Abel y Maximiliano Gómez, el de los presos, los deportados, el de la juventud irreductible que no ha logrado doblegar ni arrodillar el vendaval de la represión balaguerista…”.
Al paso del tiempo y de los cambios, la conducta de Peña Gómez se mantuvo. Los primeros cuadros del movimiento en llegar al Congreso Nacional, lo hicieron gracias a la generosidad del líder perredeísta. Así, hasta morir. Lo reitero: Por todo eso y mucho más, la izquierda histórica tiene una deuda de gratitud con él.