Por más buena fe, determinación y voluntad que tenga Luis Abinader para enfrentar retos tan formidables como los que le han tocado, como la pandemia, escaseces internacionales con alzas y ahora una ominosa guerra, sus medidas y esfuerzos tendrán tanto éxito como permita una estable situación interna, social, política y económicamente.
Hasta ahora, el Gobierno ha logrado estabilidad relativa gracias a que la economía dominicana posee la resiliencia propia de la diversificación liderada por un dinámico sector privado. La industria y la agropecuaria han impedido escaseces internas como las de otros países.
Creo que hoy Luis goza de mayor popularidad que cuando fue electo, pese a los terribles efectos de la inflación. Pero hay una sedición interna del PRM que puede dañar más que la oposición del PLD; el equilibrio económico es precario por la cantidad de factores exógenos incontrolables; falta por verse el efecto de la guerra en inversiones, remesas y finanzas internacionales.
Este panorama aconseja dejar algunas reformas estructurales para tiempos menos inestables e impredecibles. Nadie siembra bajo tormentas.