Por fin, después de una larga espera, Pedro Castillo se convierte este miércoles en presidente de Perú.
La confirmación de su victoria se demoró 43 días, los que pasaron desde la segunda vuelta de las elecciones presidenciales hasta que el Jurado Nacional de Elecciones completó la revisión de más de 200.000 votos solicitada por la candidatura de su rival, Keiko Fujimori, y dio a Castillo como ganador por el estrecho margen de 44.000.
Castillo, un maestro de escuela con experiencia como sindicalista pero poco conocido para el gran público antes de la campaña electoral, fue finalmente declarado presidente electo y jura su cargo este 28 julio, cuando Perú celebra el bicentenario de su independencia.
Bajo el lema «no más pobres en un país rico», Castillo ha prometido un Perú más justo.
Fujimori y otras voces destacadas, como la del escritor Mario Vargas Llosa, aseguran que Castillo empujará a Perú hacia el comunismo y el país podría correr la misma suerte que Cuba y Venezuela.
Para «el profe», como le llaman sus seguidores, el examen más difícil empieza a partir de ahora.
Estos son los cuatro mayores retos que tiene por delante.
1. Un presidente débil ante un Congreso fragmentado
Perú ha vivido en los últimos años en una gran inestabilidad política, como revela el hecho de que haya tenido hasta cuatro presidentes en los últimos tres años.
El presidente de la República parece haberse convertido en el eslabón débil de un sistema que confiere gran poder al Congreso.
Y Castillo se enfrentará a un Legislativo muy fragmentado, en el que su partido, Perú Libre, solo contará con 37 de los 130 congresistas que lo componen.
Varios de los partidos representados, empezando por la Fuerza Popular de Keiko Fujimori, han anunciado una oposición frontal y los problemas se plantearán desde el primer día, ya que la demora del resultado electoral definitivo ha reducido a unos pocos días la transición del gobierno de Francisco Sagasti al nuevo de Castillo.
Los expertos coinciden en señalar el clima de polarización que caracteriza a la política peruana actual.
Ramiro Escobar, profesor de Ciencia Política de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya de Lima, le dijo a BBC Mundo que «no se debe olvidar que a Castillo recibió en la primera vuelta menos de un 20% de los votos, y muchos de los que votaron por él lo hicieron solo para impedir el triunfo de Keiko Fujimori».
Para Escobar, «el éxito de Castillo dependerá de su capacidad de llegar a acuerdos en un Congreso tan dividido», especialmente si quiere hacer realidad su proyecto de una nueva Constitución. El nuevo presidente ha llamado últimamente al diálogo con Fujimori.
Escobar recuerda que «en la huelga de maestros de 2017 que encabezó, Castillo fue capaz de negociar con el fujimorismo y conseguir mejoras laborales».
Aquel paro fue el primer paso hacia la popularidad del maestro rural.
Pero el contexto actual muestra diferencias.
Fujimori insiste en que la victoria de Castillo fue «ilegítima» y, aunque reconoció los resultados «porque lo manda la Constitución», no ha dado muestras de tener intención de rebajar la hostilidad al nuevo presidente.
Hernán Chaparro, psicólogo social de la Universidad de Lima, destaca que «el fujimorismo compite ya de cara a las elecciones de 2026 con partidos de extrema derecha», lo que explicaría el tono encendido de las declaraciones de sus dirigentes.
Aún así, advierte: «Una estrategia obstruccionista les puede pasar factura; no va a ser tan fácil para ellos tumbar al presidente como lo había sido hasta ahora».
«Quizá las necesidades de unos y otros haga que se moderen en el proceso», añade.
2. Su propio partido
Los problemas para Castillo en el Congreso no estarán solo en los otros grupos, sino que también deberá esforzarse para que su propia bancada no se convierta en un problema.
Y es que la relación de Castillo con Perú Libre, el partido que lo llevó de candidato a presidente, es solo reciente y muy particular.
Chaparro afirma que «Perú Libre fue solo un vientre de alquiler para Castillo, cuya intención inicial era formar otro partido».
La creencia generalizada en Perú es que quien controla realmente Perú Libre es su presidente, Vladimir Cerrón, polémico exgobernador del Departamento de Junín condenado por corrupción, a quien se atribuyen visiones radicales de izquierda.
De hecho, uno de los ataques que Fujimori más repitió contra Castillo en la campaña lo presentaba como sometido a los dictados de Cerrón.
Desde la votación, Castillo ha lanzado guiños a la moderación y ha negado que planee expropiaciones y nacionalizaciones. Castillo podría acercarse a la excandidata presidencial Verónika Mendoza, que lidera el partido Juntos por el Perú, lo que le serviría para ampliar su base parlamentaria, aunque seguiría obligado a lograr apoyos entre los grupos más a la derecha.
Juntos por el Perú es vista como una fuerza de izquierda, pero lejos de los extremos en los que se ubica a Cerrón, y más vinculada a sectores urbanos y más progresistas que el propio Castillo y sus bases rurales.
Escobar indica que «Castillo necesita alcanzar pactos y está por ver que Perú Libre le vaya a dejar hacerlo».
Chaparro coincide en que «el equilibrio con Perú Libre va a ser muy difícil».
Ya poco después de las elecciones, Waldemar Cerrón, hermano de Vladimir, advirtió a Castillo: «El día que se separe del partido empieza su desgracia».
La esposa de Castillo, Lilia Paredes, por su parte, le dijo a la cadena RPP: «Vladimir Cerrón tendrá unos ideales; mi esposo tiene otros».
3. La lucha contra la covid en Perú
El golpe de la pandemia de covid ha sido brutal en Perú. El país ha reportado la mayor tasa de mortalidad del mundo por cada 100.000 habitantes.
Escobar cree que «el primer reto del gobierno será continuar con la vacunación, que ha ido razonablemente bien hasta ahora».
Más de un tercio de la población ha recibido al menos una dosis. Pocos días antes de dejar el cargo, el presidente Sagasti anunció un acuerdo para la compra de 20 millones de la vacuna rusa Sputnik.
La previsión de las autoridades es contar con 71,2 millones de dosis antes de que acabe el año, pero al gobierno de Castillo le corresponderá continuar con la vacunación y asegurarse de que los laboratorios cumplen con los compromisos adquiridos.
Hernando Zevallos, asesor en temas de salud de Castillo y a quien muchos ven como futuro ministro, prometió una «aplicación masiva con participación de la comunidad». El objetivo es que toda la población adulta haya sido vacunada en 2021. El éxito de los planes dependerá de la disponibilidad de las vacunas y la capacidad del Estado para suministrarlas, también en el Perú rural.
4. Una recuperación económica por confirmar
La peruana fue en los últimos años una de las economías más dinámicas de América Latina, pero una de las claves del éxito de Castillo es que muchos en el país sienten que no se beneficiaron con su crecimiento.
Un 30% de la población vive en la pobreza y un 70% de quienes trabajan lo hacen en la economía informal.
A sus dificultades se sumó el efecto de la pandemia en 2020, año en que el Producto Interno Bruto (PIB) cayó un 11,1%.
El Banco Mundial espera en 2021 un «fuerte rebote» y Perú, segundo productor mundial de cobre, debería beneficiarse del alza en el precio de las materias primas que exporta.
Pero todo dependerá de la evolución de la pandemia y de las medidas que aplique el nuevo gobierno, cuya política económica es aún una incógnita.
Castillo ha dicho que no va a «copiar el modelo de ningún país», en respuesta a quienes le acusan de querer replicar la política estatista de Cuba y Venezuela, y en las últimas semanas ha dado pasos interpretados por analistas e inversores como guiños a la moderación.
Le pidió a Julio Velarde que continúe en su cargo de presidente del Banco Central y designó como su asesor económico a Pedro Francke. Ambos cuentan con prestigio en el mundo de los negocios y los mercados.
Para Chaparro, va quedando claro que «no va haber medidas extremas de izquierda radical porque no cuentan con el apoyo del Congreso ni del público y ni siquiera son las convicciones de Castillo».
Pero entre las promesas de campaña del nuevo presidente está una negociación con las compañías mineras que explotan los recursos de Perú y a las que muchas comunidades acusan de dañar el medio ambiente y no compartir una parte justa de sus beneficios con la nación.
«Las comunidades sienten que el nuevo presidente es uno de los suyos. ¿Qué pasará si les dice que no puede ser todo como hubieran deseado?», se pregunta Chaparro.