El mirador del Hoyo de Pelempito, construido durante la administración de Hipólito Mejía, está en pie de milagro.
Pedernales.- Debe ser una pretensión la de estar dos días en una comunidad y querer mostrar una radiografía de su estructura productiva, la actitud de su gente ante el porvenir inmediato y aquello que la hace levantarse y conectar el entusiasmo de un nuevo día allí donde terminó el anterior.
Pasa con Pedernales, un municipio de la frontera a donde viaja mucha gente el fin de semana a maravillarse con la naturaleza de la que tanto ha oído hablar y a entregarse o adentrarse en ella.
La gente llega de varios puntos del país. Unos lo hacen por medios propios y otros como parte de grupos organizados en los denominados “tours”. Estos visitantes suelen tener un itinerario ideado por los organizadores.
Otros llegan en vehículos propios, en pequeños grupos familiares o de amigos. El impacto de uno y otro en la vida de Pedernales es diferente. Los primeros son cautivos, los segundos bastante libres.
Viajar por cuenta propia le permite al visitante ver los atractivos de la provincia más allá del entorno de la playa de Bahía de las Águilas, puesta como eje del interés nacional por los trasfondos políticos, una litis bastante extendida en el tiempo, las visitas de gobernantes, altos funcionarios y empresarios en dos administraciones sucesivas: la de Danilo Medina y la actual, de Luis Abinader.
Lo que se ve y lo que no
Un fin de semana de estos en que había varios grupos en gira desde el Gran Santo Domingo se les preguntó cuál era el programa y coincidían bastante: salida de la capital a las 5:00 de la madrugada con una parada en Barahona, donde les mostraron el malecón; parada breve en San Rafael, donde se hicieron fotos para sus redes sociales, que suelen ser Facebook (Meta) o Instagram; fotos de nuevo en Enriquillo y parada en el Parque Eólico Los Cocos, otra detención en Laguna de Oviedo y de nuevo en Los Pozos de Romeo, tres ojos de agua junto a la carretera casi al llegar a Cabo Rojo.
Los que viajan por su cuenta salen a la hora que les parece, pero es aconsejable hacerlo antes del amanecer y detenerse a desayunar en Barahona, donde puede llegar a ser difícil encontrar un restaurante abierto, pero el que busca, encuentra, precisamente en el área del Malecón.
Para este viajero están a su gusto todos los pueblitos, puntos del interés general y aquellos que le provoquen curiosidad. San Rafael, Los Patos, La Ciénaga, Enriquillo, Oviedo, Juancho, todo está a su disposición.
En Pedernales, Cabo Rojo es más que La Cueva, el mirador sobre el acantilado, cruce en bote por paga y Bahía de las Águilas; es también el muelle, el atracadero de la Marina y la playa contigua, La Playita, el aeródromo de la Fuerza Aérea, a donde van las vacas a pastar y unas vías de acceso infernales, de las que nadie se ocupa, ni Obras Públicas ni la Alcaldía.
Si es la primera experiencia, la carretera debe ser tomada en cuenta, si no, de todos modos hay que ir con cuidado. La reconstrucción tiene lugar en los 135 kilómetros entre Barahona y Pedernales y el riesgo es permanente.
En el pueblo
En el municipio de Pedernales hay algunas cosas pequeñas que pueden ser interesantes si conectan con el temperamento del visitante por cuenta propia, sea que explore a gusto o que se aconseje con un guía, que los hay.
El viernes, desde el amanecer, el mercado binacional puede ser un buen atractivo donde se encontrará a una multitud de compradores y vendedores de ambos lados de la frontera; en el pueblo, el malecón, el más pequeño del país según los vecinos, a donde va gente en la mañana a desayunar y en la noche, particularmente de fines de semana, a tetear, lo mismo que en el parque, todo bastante limpio.
Para el visitante por cuenta propia el pueblo cuenta con más de 40 hoteles, con calidad escalonada.
A campo abierto
Fuera del pueblo, el Hoyo de Pelempito, a donde se puede ir a cualquier hora, porque la temperatura puede estar a 24 grados a medio día en verano, diez menos que en Cabo Rojo.
El mirador de Moya Pons está deteriorado, pero todavía en pie, la brisa sigue siendo la misma y la oquedad que motivó su construcción ofrece todavía la vista del año 2003, cuando fue levantado.
Cuando Pedernales sea un polo turístico internacional acaso la inversión público—privada se orienta a un teleférico desde el mirador de Moya Pons hasta la montaña del otro lado para apreciar el hoyo desde arriba y exponerse a la fuerte brisa que siempre sopla.
Hacia el oeste de Pelempito está el río El Mulito, también para los interesados en lo ecológico, al que se llega desde el municipio de Pedernales, saliendo por la calle Duarte. Aguas limpias y pequeños charcos para quienes gustan de refrescarse en una fuente natural. También hay por allí condiciones para preparar su comida por cuenta propia o comer la que hacen cocineras en medios rústicos.
—1— En baja
De lunes a viernes Pedernales es sosegado.
—2— Fin de semana
Desde el viernes en la tarde se nota la presencia de visitantes.
—3— Vida nocturna
Es posible encontrar en el Malecón tanto ruido como en la capital.