Reitero que en la historia puede haber exterminios, pero si se evitan en su totalidad nunca habrá retroceso. En las escaramuzas actuales de la nueva guerra, lo que parece serlo viene para decantar los procesos de sus impurezas.
Atención: hoy somos testigos-actores de la mayor crisis y única global de la humanidad; un gran revoltillo que por hora crece.
Corea del Norte prosiguiendo la larga guerra en el paralelo 38, detonó ayer su bomba de hidrogeno con todos sus peligrosos efectos. Irán fusila a numerosos y prominentes líderes chiitas.
La intolerancia general elimina oposición. Es la guerra. En Venezuela prosigue la guerra social y mediática igual que en Argentina y Brasil deslindándose los poderes. La convocatoria en cada frente es por el “cambio”.
Haití deprimido, intervenido, sobrepoblado, con salarios barridos por la oferta de los desocupados donde no hay fuente de trabajo y la miseria y las calamidades todas las abanten; donde la ONU ha fracasado rotundamente, con las brillantez de su idea de una isla, una nación colonia y guetho común de sus habitantes, sigue siendo un explosivo entre llamas al clamor del reclamo de todos de “cambio”.
El cambio es un proceso integral de renovaciones culturales y de identidades en la ruta de la humana perfectibilidad. Es el advenimiento de una nueva conciencia que redescubre al mundo en una dimensión que nos era desconocida, potenciándonos en nuestra vida social e individual que se hacen más humanizadas y saludables.
Nuestra sincerización, nuestra identidad y la libertad como banderas contra la rigidez de añejos patrones culturales represivos y autorrepresivos, son el portal del nuevo camino rehabilitante, simultánea a la emancipación política que incluye la de género.
El cambio como se infiere de Erick Fromm, solo podrían hacerlo y dirigirlo quienes hayan perdido el miedo a la libertad de la razón ajena y confíen en la razón propia como luz direccional de sus actos. No es superstición ni brujería, es racionalidad, lucha y trabajo educacional social.
Asumirnos como vamos siendo, connaturalizándonos y socializando, reaprendiendo a pensar la vida que hacemos, emocional, sexual, intelectiva, social, sensual, económica, etc.; nos dirá en cada caso, ¿quién soy? ¿Quién eres? ¿Quiénes somos? Viéndonos sin máscara, cuando esté con la que ame y haga el amor o cuando entre al baño sin la corte o la comparsa y haga mis necesidades fisiológicas o de higienes que no puedo delegar, comunes a todos y con los demás animales que excretan.
Identidad es saber quién soy cuando pienso y cuando por lo que pienso me distingo. Soy, por lo que mis sentidos e instintos captan; por lo que mis inteligencias almacenan en mi memoria y por lo que mi cerebro es capaz de hacer con ellas. Encuentro mi identidad cuando voy al mercado y veo lo que con mis ingresos puedo comprar en él o cuánto él paga por mí como mercancía.
Hoy esta es identidad y pertenencia, más que el carné electoral o cédula.
Hace 2000 años – redondeándolos- en un mundo en crisis como el actual, cuestionador del dominio del imperio romano infectado de decadencias víctima de estas y sus violencias, igual que victimario, como nos ocurre hoy, sin subestimarlos bastó la iniciativa de un analfabeto, lunático y poseso, con 12 apóstoles y una ferviente exacerdotisa pagana, María Magdalena, para revocar el poder del orden imperial, en tres años.
Un cambio que nadie programó, solo se desarrolló como sería hasta hoy, caracterizado por la anomia, el desinterés por los humanos; el bandidaje con la cosa pública, la injusticia, el estado de la propiedad privada; el crimen organizado, la impunidad; etc., etc. otro desplome. ¿Cuán lejos o cerca estamos del año 30 de nuestra era? Reflexionemos.
Readquirir identidad definiéndonos en esta gran crisis, es el modo de ganar la nueva gran guerra bélico-mediática posibilitando abrir un tercer frente que articule la paz necesaria, no cualquier paz, sino las que nos dirija hacia otro futuro, sofocando la violencia en el globo. Más que nada deseo que mi Punto de Vista, sea el equivocado.