“La amistad es un alma que habita en dos cuerpos, un corazón que habita en dos almas.”
Aristóteles…
Pedro Pablo Ramírez Puesan. Nadie se había recordado de su nombre, porque Payito, arquitecto empírico efectivo para muchos profesionales de la construcción, era trabajador y cooperante de fábula y, además: de alta calidad humana, altísima diría yo…
Le conocí en los ajetreos del PRD de Peña Gómez, Hugo Tolentino y Hatuey De Camps, que es cosa mayor. Le admiré y le admiro, por su entereza y firmeza en sus ideas. Discutidor de esquina.
Tendrá ahora el orgullo y la alegría de encontrarse con su líder, a quien evocó y añoró cada día, cada noche y cada segundo: siempre lo hizo y fue el gran difusor, con el puño en alto de la famosa consigna de mitin: » Peña Siempre «…
No tengo desconsuelo. Me queda el recuerdo fuerte del madrugón del 20 para el 21 de noviembre.
Me concentré al alba, como le hubiera gustado según la canción de Luis Eduardo Aute, para escribirle estas líneas que merece como un filón de mi alma, porque le quise.
¿Por qué le quise?…
Porque adoro la humildad de la gente autentica, él a tenía.
Porque era Payito el único monje intramurano, que viajaba con su convento a cuestas: su sonrisa para el bien, solicito, amoroso, cariñoso con los niños y las niñas, los que no tuvo, pero los entendía con la paciencia propia de quien tenía la piel del mejor padre.
Caramelo en manos, le vi en más de una ocasión, reprimir madres golpeadoras de niños, le vi en más de una ocasión ofrecer caramelos a niños llorando enfurecidos por la incomprensión de sus padres originales, eso lo vi.
Porque cuando el PRD de Peña Gómez. Hugo Tolentino y Hatuey De Camps perdía unas elecciones, en las calles de la Ciudad Colonial, Payito cigarrillo en manos, hacia escuchar su voz por doquier, en el eterno colmado de Meriño con Arz. Portes, frente al Centro Cultural de España, lugar donde acudía a los debates de interés para su barrio.
PAYIYO CON MARTHA LOVELACE EN EL MISMO COLMADO: LAS QUEJAS DEL UNIVERSO NO TIENEN TECHOS…
No eran parejas maritales. Eran el ejemplo de que la complicidad amistosa a veces más trascendente que un matrimonio malo, falso o ridículo. Eran hermosos compinches de colmado y de calle: Payito vivía en la Hostos, donde vivió el Piro (Miguel Ángel ), Martha Lovelace, Roberto Hermann y Juan Alberto Báez – La Chora mentao. En los Canes de Fifina, ahí estábamos todos, cuando Hostos con Portes era un rayo de luz lúdico y Doña Úrsula Báez, nos regalaba pastelitos de amor con mirada de ternura y tolerancia. Payito decía: » Ahí están los suizos » y una carcajada fabulosa estremecía todas las paredes posibles, centenarias…
En ese colmado, las quejas del universo entre ambos, no tenían techo.
Resolvían el mundo, Martha Lovelace frenética, ha roto una botella verde de esperanzas, al ver el retrato de Payito y Julio en el colmado como homenaje, un perro hoy desconsolado, porque la lealtad canina, muchas veces es mejor que la humana.
En los reflejos de esos vidrios, en esa ira por la perdida, estamos todos los amigos retratados: porque hemos perdido a un ser humano, colocado en lo mejor de nuestra historia: sin pretender nada, sin pedir nada, ayudando a todo el que pudo.
Los seres trascendentes: son así hasta en la eternidad, ganada en la tierra, con lo mejor de su interior (CFE).